Luis Ventoso-ABC
Si te metes con leones en la jaula sueles acabar rasguñado
Ángel Papadopoulos Dordid fue el intrépido rey del circo en España durante las décadas de los ochenta y noventa. Lo llevaba en la sangre, pues había nacido bajo la carpa, hijo de una contorsionista malagueña, La Pequeña Carolina, y de un domador griego, Christophoro Papadopoulos. A los 17 ya empezó a enredar con las fieras y a los 22 años debutó en la jaula látigo en ristre, bajo el nombre artístico de Ángel Cristo. Arrojado y viril, con su pecho lobo asomando por el escote de sus trajes de fantasía, el pequeño y correoso domador se casó con una de las vedettes más populares del momento. Era una rubia que le sacaba una cabeza y cuyas luengas piernas habían interesado a los españoles en la rijosa era del destape: Bárbara Rey (María García de cuna). Al haber tratado desde su infancia con grandes felinos, Ángel Cristo llegó a pensar que podía controlarlos, que hasta cierto punto cabía una relación de confianza con las bestias. Pero la intimidad con las fieras no cambia sus instintos. Los percances se sucedieron y el 29 de julio de 1990 llegó el peor. Fue en Cataluña. Tres leones y un tigre con los que compartía sociedad se lanzaron a por él en plena actuación. Ángel salió vivo de milagro y hecho un cromo, con zarpazos en extremidades, cuello y tronco y seis costillas rotas. Aún así, cuando se recuperó volvió a intentar domarlos. De nuevo lo machacaron.
Nuestro presidente del Gobierno padece lo que en política se conoce como el «síndrome de Ángel Cristo». Con una suficiencia propia de su voluminoso ego cree que podrá amansar a los separatistas que hace tres años dieron un golpe sedicioso. Pero será incapaz de domeñar los instintos rupturistas de sus socios. Es imposible cabalgar a lomos de un tigre y acabará como el viejo domador: magullado por servirse de unos colaboradores incontrolables.
Hace solo 14 días que Sánchez prometió su cargo y ya asoma la primera grieta en el casco del Gobierno. Lo hace por el flanco previsto: el sostén-trampa de ERC. Nuestro presidente domina con desparpajo el arte del engaño. Así que mostró a los españoles un acuerdo con el partido de Junqueras vaporoso, inconcreto y lleno de palabrería buenista. Pero una pregunta quedó flotando en el aire: ¿Qué había ofrecido realmente a ERC para que le diese su apoyo contra viento y marea? La respuesta ya está aquí. Junqueras recuerda en tono faltón que va a por la independencia y que si puede dará otro golpe. Ayer, el Gobierno catalán reveló que la rebaja del delito de sedición, una forma de indulto encubierto para Junqueras anunciado por sorpresa por Sánchez el lunes en TVE, en realidad forma parte del acuerdo ERC-PSOE. Además, los separatistas anuncian que llevarán a la mesa de negociación la exigencia de la independencia (algo que Sánchez no puede conceder, so pena de prevaricar, como él mismo ha reconocido).
La compañía de Ángel Cristo se llamaba el Circo Ruso. También ahí lo imita Sánchez, con sus ministros comunistas y la elección de socios peligrosos que están tras los barrotes. Hoy se pavoneará en Davos. Pero tiene los pies de barro.