HERMANN TERTSCH-ABC
Muchos españoles todavía no son conscientes de la que se nos viene encima
ESTOS socialistas nunca defraudan. En cuanto llegan al poder redescubren para el mundo la bondad y reinventan la rueda. Tras quitarle a Angela Merkel el pedestal de supremo bondadoso oficial europeo con el Aquarius, Sánchez fue a ver a Macron y en el Elíseo quiso dar solemnidad al nada original invento de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) en territorio europeo. Todo inventado. Todo humo. Se acabó el mal y la oscuridad, han triunfado la luz y el nuevo amanecer, nos dicen los medios que la izquierda controla siempre como permanente regalo de una derecha necia, codiciosa y ensimismada.
Igual que cuando ganó Zapatero. Aquel sí ganó unas elecciones, aunque fuera a base de bombazos, agitación e intoxicación y acoso a sedes rivales. Aquello de marzo de 2004 fue un golpe redondo. Pero nadie reste mérito a Pedro Sánchez. Con 84 diputados, sin escaño propio, con un partido desaparecido, sin una idea ni un titular y medio PSOE en contra, aprovechó el cinismo y la descomposición del PP y la estulticia de Ciudadanos para colarse en La Moncloa. Y ahí lo tienen, con su propio máster tuneado, sus mentiras todas cojas, la chequera del español pagafantas temblando ya por los regalos a sindicatos y otros servicios domésticos como altos cargos en presidencia. Rajoy tenía catorce; Sánchez ha contratado a veintidós. Pretende que es lógico que esté allí. Así surca ya los cielos en el avión oficial, con su fotógrafo de cámara y sus gafas de sol de galán de telenovela, con un desparpajo propio de un constructor de Queens que se compra los aviones con su propio dinero.
Lo cierto es que, debido al alivio que suponía el final del insufrible espectáculo dado por Mariano Rajoy y su tropa en los últimos tiempos, muchos españoles todavía no son conscientes de la que se nos viene encima. De que, en 18 meses, Sánchez nos lleva a donde Zapatero no pudo: al enfrentamiento civil y al caos. Rajoy no combatió la tóxica cizaña sembrada por Zapatero. Al contrario, la fomentó. Ahora cosechan para destilar los venenos. Despliegue de odios. Primero lo fácil: el Valle de los Caídos. Tendrán que asaltar la basílica. No tienen forma legal de hacer lo que ofrecen a sus turbas televisivas. Y a un «policía franquista» lo linchan a diario, como si fuera el único que pegaba en comisarías franquistas. Y como si todos hubieran sido torturados por él. Algunos en fechas en que aún no era policía. Eso sí, mientras, defienden a todos los asesinos múltiples de ultraizquierda desde el Frap, Grapo o ETA, a los que la Policía hizo frente antes y después de la muerte de Franco. Centenares de asesinos etarras viven hoy en libertad y con dinero público, y secuestradores son analistas televisivos, abogados de golpistas y dan lecciones de moral en las televisiones del socialismo. El fuego graneado contra el Valle y el «franquismo» quiere dar el golpe de gracia a la transición sobre la que basa la legitimidad de la monarquía. Sánchez, con sus 84 escaños, convocó ayer a Urkullu con sus 5 escaños para discutir sobre «el modelo del Estado» y los presos. Pablo Iglesias fue a ver al racista y golpista Torra para hablar sobre «el modelo del Estado» y los presos. Y salió hablando de la corrupción de la monarquía. La siniestra alianza que dio su apoyo a Sánchez sí tiene un objetivo común: el Monarca. Hablan del Valle y de Billy el Niño, pero su objetivo es la deslegitimación total de la Transición y van a por el Rey, el baluarte contra todos sus apetitos de disgregación y liquidación de la Nación Española.