Ignacio Varela-El Confidencial
- Casado y Díaz Ayuso ya no pueden seguir habitando en la misma casa. Si uno de los dos no da un paso atrás, la fractura del PP estará servida
Ya es problemático que en un partido político haya una discordancia entre la jefatura orgánica y el liderazgo social. Pero cuando ambos entran en batalla pública sin reglas ni límites, estamos ante un siniestro total. Tras este último suceso, Pablo Casado, jefe orgánico del partido, e Isabel Díaz Ayuso, aclamada como líder social, ya no pueden seguir habitando en la misma casa. Si uno de los dos no da un paso atrás, la fractura del PP estará servida.
Tras la pesada digestión de la expulsión del poder, el 4 de mayo madrileño pareció anunciar un renacer del Partido Popular. En muy poco tiempo, el PP se disparó en las encuestas nacionales, abrió una distancia importante respecto al PSOE y duplicó a Vox, además de certificar la defunción de Ciudadanos.
Un razonable aprovechamiento de aquella coyuntura favorable podría haber consolidado al PP como alternativa sólida de poder para el resto de la legislatura. Pero entraron en acción Pepe Gotera y Otilio y convirtieron una victoria rutilante de su partido en un carajal interno incomprensible y el festejo en aquelarre.
Al parecer, fue en aquellos días posteriores al triunfo envenenado de Ayuso —¡envenenado para su padrino político y líder orgánico!— cuando se encadenó la serie de maniobras chapuceras, presuntamente preventivas, que ahora alguien les ha hecho estallar en la cara: a esta chica hay que pararle los pies, yo te digo, Pablo, que vienen a por ti, mira cómo la propulsan José María, Cayetana y Esperanza, y encima quiere quedarse con el partido en Madrid. Hay que buscarle algo para tenerla pillada, seguro que tiene algún primo dudoso (resultó ser un hermano), hablaré con Carromero que es de los nuestros a ver qué puede encontrar, qué sé yo, que contrate un detective…
En fin, nada original. He sido testigo de delirios similares en otros sótanos partidarios. Resultado: en tres meses, el PP malversó toda la ventaja adquirida, se vio de nuevo codo a codo con el PSOE y con Vox respirando en su nuca. La película se llamó ‘Ridículo I’.
Entonces Pepe Gotera y Otilio idearon un segundo plan genial: ya que nosotros no vendemos una escoba, que las vendan nuestros barones. Repetimos lo de Madrid dos o tres veces, sometemos a Sánchez a una sucesión de derrotas aplastantes y lo llevamos asfixiado a las generales. Y de paso demostramos a la insolente que ella no es la única que sabe ganar elecciones. Llama a Mañueco, enséñale unas encuestas —ya sabes— y que convoque inmediatamente. Lo de Juanma lo dejamos para junio; está reticente, pero seguro que lo convencemos.
Por el camino, segunda asistencia de gol. Esta, servida por Garamendi y el mismísimo Sánchez. Una reforma laboral acordada por empresarios y sindicatos, que podría haber promovido el propio PP. El movimiento obvio era salir inmediatamente a felicitarse por ello, reclamar los derechos de autor, anunciar el voto favorable y, de paso, sembrar el desconcierto y la discordia en la mayoría sanchista. Se hizo lo contrario y la cosa terminó en esperpento, con un diputado de la cuadrilla de Otilio apretando el botón equivocado y salvando la vida a la vez a Sánchez y a Díaz. Esa entrega se llamó ‘Ridículo II’.
‘Ridículo III’ se rodó el 13-F en Castilla y León y se emitió en directo para toda España. Una convocatoria precipitada, basada en cuentos chinos sobre mociones de censura inventadas, unas expectativas demoscópicas desmesuradas y una campaña catastrófica, impropia de un partido grande. Lo que se programó como un paseo triunfal se ha convertido en un calvario, el que espera en los próximos meses a Mañueco para formar Gobierno y a Casado para librarse del abrazo mortal de Vox o entregarse a él. Por supuesto, Moreno Bonilla dice ahora que convoque su tía y que, mientras pueda, se queda con Juan Marín.
El único cordón sanitario que funciona en la política española es el que se han puesto recíprocamente el Partido Popular y el Partido Socialista, que son los primeros responsables de mantener la estabilidad política y la integridad constitucional del país y los primeros culpables de su degradación. Pero a este hay que añadir, sobre todo a partir de esta jornada delirante, el cordón al cuello que se ha puesto a sí mismo el Partido Popular para ahorcarse en la plaza pública.
Mientras escribo estas líneas, es probable que Vox sea ya el primer partido de la derecha en intención de voto. Unos meses más en manos de Pepe Gotera y Otilio y el debate será si Santiago Abascal ejerce como nuevo líder de la oposición a Sánchez o da entrada en su Gobierno al Partido Popular.
Admito que jamás había visto algo parecido a la comparecencia de Isabel Díaz Ayuso en la mañana de este jueves. La presidenta en ejercicio de una comunidad autónoma —no cualquiera, sino la de Madrid— acusando formalmente al presidente de su partido de traición, calumnia, embuste e incompetencia en su máximo grado. Recordándole que si él y su partido están aún políticamente vivos es, en buena medida, gracias a ella. Equiparándolo moralmente al mismísimo Sánchez. Exigiendo explícitamente una purga en la cúpula de su partido, que no excluye a su presidente nacional. En definitiva, formulando una declaración expresa de guerra civil en el Partido Popular.
“Pablo Casado me dijo que los papeles contra mi familia se los filtraron desde la Moncloa”. Las preguntas se apelotonan: primero, qué pintaba Moncloa investigando al hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Segundo, si tiene papeles contra ella, por qué creyó (se ve que con razón) que lo más destructivo no sería difundirlos, sino enviarlos a Génova. Tercero, por qué Casado amenazó con ellos a Ayuso en una entrevista privada. Cuarto, una vez que ella ha tirado de la manta con estruendo, ¿cuál es el paso siguiente?
‘Ridículo IV’ no está defraudando a los amantes del género bufo y de la política basura. Es evidente que quien ha hecho explotar la bomba justo en este momento ha calculado bien los tiempos. Tras el ridículo de la reforma laboral y la pifia electoral de Castilla y León, este febrero que pretendían glorioso era ya el peor momento del PP desde que lo echaron del Gobierno. Más que el local, lo que estará a la venta será el propio partido. De música de fondo, Mecano: “Cruz de navajas por una mujer, sangres que tiñen de malva el amanecer”.
Realmente, va a ser cierto que Pedro Sánchez en un hombre de suerte con sus adversarios. Y España, un país con una suerte pésima con sus dirigentes.