- Con todo lo que tiene encima Sánchez, desde la corrupción a la DANA, lo deberían tener noqueado, pero es más bien él quien domina la lectura de los hechos
Imaginemos que dos equipos de fútbol de calibre similar afrontan una gran final. Pero uno de ellos llega al partido más acabado que una vieja y baqueteada vaquilla de bolos estivales. Todo le sale mal a ese equipo. Su estrella, el espigado capitán del combo, está en baja forma y ya nadie cree en él. Su defensa hace agua. Su delantera no le marca un gol ni al arcoíris… Y sin embargo, una vez que saltan a la cancha, resulta que los que están hechos puré acaban dominando el encuentro y hasta logran ganarlo por la mínima. ¿Qué dirían los gacetilleros deportivos? Pues podrían verdes a los derrotados por no haber sabido explotar la evidente debilidad de su rival.
Si preguntamos a los políticos del PP y Vox sobre su labor de oposición, en ambas casas nos dirán que se están desempeñando estupendamente. Explicarán que es imposible hacer más, porque el adversario tiene a su favor sus televisiones y todo el aparato del poder. Nos dirán además que el rival al que se enfrentan es mentiroso y tramposo; un trilero al que todo le sirve, y así es muy difícil. Y todo eso es verdad: en la España actual no es fácil hacer oposición al Gobierno.
Pero podemos preguntarnos también qué opinan sobre nuestra oposición los millones de españoles que están hasta las meninges de los embustes de Sánchez, de su régimen pre autocrático, de sus sablazos fiscales y de su rendición a plazos a los separatistas. La música que me llega en mi entorno es que la mayoría de la afición de centro-derecha y derecha cree que la oposición no está a la altura. Algún amigo me lo resume muy gráficamente: «Son unos paquetes, porque no pueden con Sánchez a pesar de la montaña de (…) que tiene encima».
No existe hoy político de una democracia con más abolladuras en su armadura que Sánchez. Cualquier oposición europea se habría comido con patatas a un presidente con su mujer, su hermano, su hombre fuerte y su fiscal imputados por corrupción. Un presidente que miente como respira, que es rehén de los separatistas, que manipula los datos del paro y las encuestas estatales, que ha sometido al TC al servicio de su partido, que ha disparado la deuda, que ha abrasado a su población a impuestos… Un presidente que va de híper feminista, pero que mantiene a una vicepresidenta que encubría en su partido a un acosador sexual de mujeres.
Cualquier oposición europea estaría dándole un repaso épico a un presidente que llegada una catástrofe de dimensiones colosales, se pone de canto, mantiene una sesión parlamentaria en pleno drama para asaltar la televisión pública, tolera que una vicepresidenta con mando directo en el problema desaparezca nueve días y, de propina, huye como un conejo ante una protesta vecinal dejando tirados a los Reyes.
A media que van pasando los días, el Gobierno está logrando imponer su lectura de lo ocurrido con la DANA. La extrema izquierda, el PSOE y cierta prensa de seudo derecha exigen la cabeza de Mazón. Pero nadie pide la de Sánchez. El PP parece haber firmado extraño un pacto de no agresión con el PSOE (ni siquiera han cargado en serio contra Teresa Ribera, siendo un disparate el hecho de que siga aspirando a convertirse en comisaria europea). Y en cuanto a Vox, pues a la hora de la verdad tienen el alcance que tienen…
Sánchez es ya una especie de zombi político, un pato cojo. Así se las ponían a Fernando VII… Pero a nuestra oposición parece darle apuro empujar el balón a puerta vacía. Unos, porque están en un raro tacticismo y en un fair play que resulta absurdo a estas alturas del sanchismo. Los otros, porque diluyen sus fuerzas zumbando a siniestra y a diestra y porque al buscar el efectismo en todo, sea grande o nimio, pierden eco cuando llegan las cuestiones que sí merecen ser denunciadas con máxima energía.
Sánchez está feliz con esta oposición. Y cuando PP y Vox se lían a bofetadas entre ellos, entonces ya levita de placer. Aznar le hizo una crudísima oposición a González. Sánchez se la hizo a Rajoy. Fueron tenaces, directos, duros… y al final, ganaron. La oposición estilo pollo sin cabeza y sin un mensaje nítido no funciona. Por favor: objetivos y estrategia bien definidos, eslóganes claros y rotundos y buenos canales de comunicación. Seamos francos, con Cuca Gamarra, Borja Sémper y Pepa Millán no se gana ni a las chapas.