Carlos Herrera-ABC
- La deriva, el descrédito, el desprecio a la decencia que muestra esta piara de gobernantes les depara cada día menos expectativas de supervivencia
Sánchez decidió unir su destino político a una banda de extorsionadores profesionales, y, normalmente, cuando se hace eso es difícil no acabar siendo extorsionado. El relato de los chantajes a los que ha accedido es prolijo y ha sido expuesto largamente en estas páginas, pero me habrán de permitir un vuelo ligero por el mapa de alguna de las tropelías cometidas antes de llegar a la última promesa de ayer en el Congreso.
A ERC le acaba de regalar la posibilidad de injuriar al Rey, a los símbolos nacionales y a quien consideren oportuno. Previamente y en una infame sesión parlamentaria en Cataluña, el PSC de Salvador Illa, el embozado, se unió a las tropas regulares del independentismo para deshacerse de la obligación de aplicar la sentencia que insta a impartir en castellano el 25% de las materias lectivas en la escuela de aquella comunidad.
A Bildu les obsequió recientemente con la prohibición de que la Policía y la Guardia Civil pudieran homenajear a los compañeros que acabaron con la ETA, amén de trasladar a casa a cuantos terroristas pueda poner en suerte de salida. A Podemos le acaba de regalar el indulto a María Sevilla, la tarada de Infancia Libre que secuestró, encerró, privó de educación y de vacunas a su propio hijo para evitar que su padre, al que había acusado falsamente de pederastia, pudiera siquiera verlo, dando a entender que cualquier salvajada será justificada si la comete una de las cabras de su rebaño. Como si fuera una golpista catalana, vamos. Excuso recordarles los cortes de cabeza a los que ha accedido para entregar en la pira del sacrificio a los estorbos molestos que el independentismo ha encontrado en su camino. Todo ello después de haber indultado a delincuentes que aseguran volver a delinquir.
Ayer se enfrentaba a otra dura prueba de extorsión, que resolvió, como era previsible, con nuevas ofrendas. El Gobierno había espiado a sus socios ya que estos conspiraban contra la legalidad, y en vez de defender la legalidad, cuando el asunto saltó a la palestra les entregó la cabeza de una funcionaria ejemplar y, de paso, sembró el descrédito sobre nuestros servicios de Inteligencia y pregonó un grave fallo de seguridad en las conversaciones del Gobierno que vaya usted a saber cuánto tiene de verdad. Por si eso fuera poco, ante las acusaciones desaforadas de sus socios, ayer les intentó contentar con una reforma del CNI para desapoderarlo un poco más y desarmar otro tanto al Estado en su lucha contra su principal amenaza que es el independentismo golpista de sus amigos de viaje. Afortunadamente la reforma de una ley orgánica precisa de un número de apoyos que sin el PP no resulta tan fácil obtener y es más que probable que esa iniciativa sea más lenta que el propio tiempo que le queda a estos tipos al frente del Gobierno. La deriva, el descrédito, el desprecio a la decencia que muestra esta piara de gobernantes les depara cada día menos expectativas de supervivencia. Los que no sé si sobreviviremos seremos los españoles.