TEODORO LEÓN GROSS – EL MUNDO – 01/10/16
· La retórica de re-novar el partido, re-construir los puentes rotos, re-formar sus estructuras obsoletas, re-hacer el prestigio perdido, re-definir su sitio en la sociedad, todo ese arsenal del prefijo re para re-cuperar el esplendor perdido como «partido que más se parece a España», en el que se re-conocía la sociedad hasta darles seis legislaturas… Todo eso es básicamente mentira.
No hay que dudar de las buenas intenciones, claro. Pero con buenas intenciones, como ironizaba Gide, ni siquiera se hace buena literatura. Y en definitiva de buenas intenciones está el infierno lleno. Se trata de los hechos. Y esa retórica de momento sólo trata de encubrir el descalzaperros de la lucha por el poder. Ya se ha contado la trama de esta espiral envenenada, la autonomía imposible de Madina, el pacto y traición de Sánchez, la tutela de la vieja guardia, la ambición de Su Susanísima, la rebelión de las taifas. Eso es lo que hay, sin necesidad de más analogías con Juego de Tronos.
En todo caso querer no es poder. Incluso si de verdad quisieran renovar, es dudoso que pudieran. Falta masa crítica. Más allá del duelo al sol entre Sánchez y Susana, sin el glamour de Gregory Peck y Jennifer Jones, en el puesto de mando de esta generación no se ven líderes. La nueva estrella lanzada por Susana Díaz, la niña Verónica de Sevilla, su alter ego, presume de llevar en el partido desde los 14, y no acabó los estudios para dedicarse a esto. No se trata de tener títulos sino cerebro, claro; pero la falta de fundamento acaba por aflorar. La socialdemocracia tiene problemas de identidad incluso en partidos como el SPD alemán o el SAP sueco, donde los comités de sabios están formados por sabios y no por cabezas de huevo del funcionariado orgánico.
La socialdemocracia hoy tiene mucho de socialdinosauria. Quizá su rostro canónico es Corbyn, perdedor capaz de inspirar a una militancia melancólica pero desconectada de la sociedad. En Francia, tradicionalmente potente, Valls marcó una claudicación total; en Alemania no acaban de recuperarse de Schröder, con su Neue Mitte (nuevo centro) para enterrar las ideologías, como la tercera vía del Nuevo Laborismo, hasta que la clientela prefirió el original tory a la copia. En Italia, Renzi triunfa pero sin programa. Apenas hay discurso socialdemócrata con espacio propio. Urgen líderes, y aquí a los mandos están Sánchez&Luena.
En tanto el PP deja poco sitio a Ciudadanos por el centro, el PSOE ha cedido mucho margen por la izquierda a Podemos. Y si la socialdinosauria europea sufre fugas de la clientela de clase a los populismos de derecha, en España hay un trasvase masivo a Podemos por ese flanco natural. En definitiva, el nicho de mercado del PSOE se ha estrechado. Y sufre envejecimiento, pérdida del voto urbano y clase media. En este proceso es cuando se necesita más talento, más liderazgo y más puesta al día. Exactamente el problema del PSOE.
Los coqueteos con el nacionalismo («concepto discutido y discutible») y las improvisaciones como la Operación Susánchez (cuando Susana+Sánchez eran pareja de baile frente a Madina) delatan su deriva errática. Tras perder seis millones de votos en ocho años, el actual secretario general, aferrado a los militantes, aún sostiene que los votante son secundarios. Hay otras formas de suicidarse políticamente, pero no tan efectivas. Llevan años, como cantaba Sabina, haciendo turismo al borde del abismo. Ya sólo las tres comunidades del sur pasan del 25%. No tardarán mucho en ser menos.
TEODORO LEÓN GROSS – EL MUNDO – 01/10/16