Escribo de nuevo sobre Javier Milei. Lo hice el domingo 7 de enero (“La esclavitud no es negocio”) y vuelvo a hacerlo dos semanas después, con motivo del viaje del presidente argentino a Davos, la estación invernal suiza donde la elite mundial de la política, la economía y las finanzas se da cita todos los meses de enero convocada por ese aprendiz de brujo digno de toda sospecha que responde al nombre de Klaus Schwab, uno de los adalides de la Agenda 2030. Escribo sobre Milei porque Milei ha confirmado en Davos su condición de líder liberal a la altura de gente tan importante en su día como Margaret Thatcher o Ronald Reagan, una luz capaz de encender la llama de la esperanza que hoy anida mortecina en esa ingente multitud sometida en todo el planeta al vasallaje de la izquierda postmarxista y que hoy sueña con sacar la cabeza y respirar el aire limpio de un mundo más rico, más justo, más educado, más libre, un mundo en el que, partiendo de la igualdad ante la ley, cada uno pueda prosperar en libertad de acuerdo con su talento y su capacidad de trabajo. Para la España gris sometida al diktat de Sánchez y su banda, el discurso de Milei es esa inyección de moral, ese subidón de autoestima que nos recuerda que hay esperanza en un país mejor. “Milei le hace a la multitud de Davos un trasplante de columna”, rezaba el titular del artículo que el Wall Street Journal (WSJ) dedicaba a Milei este viernes: “Advierte a las élites lo que puede suceder si Occidente permanece en el actual `camino de servidumbre´ socialista”.
Merece la pena destacar algunas de las ideas centrales de ese discurso: “Desde que decidimos abandonar el modelo de la libertad que nos hizo ricos, Argentina está atrapada en una espiral descendente en donde cada día somos más pobres. Un país que a inicios del siglo XX era el más rico del mundo, hoy tiene cerca del 50% de la población por debajo de la pobreza y 10% de indigentes, cuando produce alimentos para 400 millones de seres humanos” (…) “Nunca debe olvidarse que el socialismo es un fenómeno empobrecedor que fracasó en todos los países y además asesinó a más de 100 millones de seres humanos” (…) “El capitalismo de libre empresa no solo es el único sistema posible para terminar con la pobreza del mundo, sino que es el único sistema moralmente deseable para lograrlo” (…) “¿Acaso alguien puede decir que paga impuestos de manera voluntaria? El Estado se financia a través de la coacción y, a mayor carga, mayor coacción y menor libertad” (…) “¿Cómo puede ser que desde la academia se demonice un sistema económico que ha sacado de la pobreza a la población mundial, que es justo y moralmente superior? El mundo nunca conoció un momento de mayor prosperidad y hoy es más libre, más rico, más pacífico y más próspero. El capitalismo es la única herramienta que tenemos para terminar con el hambre, la pobreza y la indigencia a lo largo y a lo ancho del planeta” (…) “Empresarios: no se dejen amedrentar por la casta política; no se entreguen a quien lo único que quiere es perpetuarse en el poder. Que nadie les diga que su misión es inmoral. Ustedes son benefactores sociales. Ustedes son los héroes. Ustedes son los creadores del periodo de prosperidad más extraordinario que jamás hayamos vivido. No cedan al avance del Estado. El Estado no es la solución. El Estado es el problema”.
Nadie tenía interés en escuchar la mercancía que propaga un sujeto sin ideología conocida, porque a él le da lo mismo Juana que su hermana
Milei había viajado a Europa en clase turista y en vuelo regular de Lufthansa Buenos Aires-Zúrich con escala en Frankfurt, y después había cubierto en coche los ciento y pico kilómetros que separan Zúrich de Davos, ahorrándole al contribuyente argentino casi 400.000 euros. Milei viaja también en turista con Aerolíneas Argentinas cuando lo hace dentro de su país. Sánchez llegó a Davos en el famoso Falcon que paga el contribuyente español, acompañado de un numeroso séquito, Falcon que aparcó en un aeropuerto donde no cabía un avión privado más de esos magnates que quieren acabar con el CO2 y pretenden que el ciudadano de a pie circule a 50 kilómetros hora por autopistas de circunvalación (París y su alcaldesa socialista, Anne Hidalgo), que no comamos carne, no compremos ropa y nos convirtamos en tristes máscaras de esa perversa Agenda 2030. Milei ha sido el único político a nivel mundial que ha conseguido llenar el gran auditorio del Centro de Convenciones de Davos. La casualidad quiso que tras él subiera Sánchez al estrado para comprobar cómo la estancia se iba vaciando con rapidez. Nadie tenía interés en escuchar la mercancía que propaga un sujeto sin ideología conocida, porque a él le da lo mismo Juana que su hermana, pero que ahora, por exigencia del guion que escriben sus socios comunistas, no le queda más remedio que ir vendiendo socialismo por el mundo.
Tras su perorata, Sánchez y su séquito se desplazaron al cercano Hotel Kongress, un modesto establecimiento donde los zascandiles de Moncloa habían citado a los empresarios y banqueros españoles presentes en el escenario de “La montaña Mágica” de Thomas Mann. “Y nada más entrar en la salita que nos asignaron, Sánchez pregunta `oye, me han dicho que aquí han dado un premio a alguien, no es así?´. `Sí, sí, al consejero delegado de Cepsa´, allí presente. `Ah, pues muy bien, que sea enhorabuena´”. Y entonces alguien propone un aplauso para el premiado. La sorpresa llegó cuando los servicios de intoxicación de Moncloa anunciaron urbi et orbi que el Ibex había recibido al presidente con una salva de aplausos. “Desde que empezó a hablar estaba clara su intención de eludir cualquier tema que pudiera provocar no ya tensión sino una simple réplica. No quería problemas, de modo que no se habló de ninguno de los asuntos que preocupan a la comunidad empresarial y anda que no abundan, pero ni lo sacó ni permitió que nadie lo sacara. Él llevaba la conversación y preguntaba. Y solo parecía interesado por la inteligencia artificial, ya ves, `y cómo vais a implementar este asunto en vuestras empresas, decidme…´, y cuando esa ronda de acabó `oye, que nos tenemos que ir corriendo´, y a mí me quedó claro desde el principio que lo único que le interesaba era la foto, la foto con los empresarios para poder vender en España qué tiene al Ibex comiendo de su mano, que estamos todos con él, cosa tan falsa como ridícula, porque una cosa es la cortesía de acudir a un acto al que te invitan y otra la sumisión”.
El cambio que ha propuesto a una Argentina empobrecida y exasperada por décadas de expolio socialista es una auténtica revolución
Para este CEO español, “está claro que la estrella de Davos ha sido este año Javier Milei”. Difícil aventurar si el argentino podrá ganar el pulso que le ha planteado al peronismo. Con escaso aporte de diputados, lograr la aprobación por el Parlamento de sus dos grandes proyectos legislativos se antoja misión imposible. El cambio que ha propuesto a una Argentina empobrecida y exasperada por décadas de expolio socialista es una auténtica revolución en tanto en cuanto implica transformar radicalmente las instituciones existentes, las relaciones de poder y la propia organización de la sociedad. Para el kirchnerismo, acabar con Milei antes de que cristalice su opción en un asunto de vida o muerte, porque sospechan que si ahora no lo consiguen difícilmente podrán hacerlo en el futuro. Y saben que su plan podría funcionar, saben que la aprobación de la “ley ómnibus” supondría un jaque mate para esa elite amancebada acostumbrada a vivir a costa del Estado, y saben que el retorno a un crecimiento económico sólido – saneando las cuentas públicas, afianzando exportaciones y atrayendo inversión extranjera- significaría el fin del kirchnerismo, de la izquierda y de 80 años de corporativismo. La inflación podría terminar el año por debajo de los cálculos de los analistas, lo que le permitiría cumplir con su principal promesa de campaña. Tras un 2024 que se anuncia durísimo por el ajuste, empezar a crecer y crear empleo convertiría en irrelevantes los paros, marchas y protestas del pertinaz peronismo. ¿En puertas de una revolución liberal? Si Milei lograra revertir 80 años de decadencia argentina, habría logrado ganar no solo la batalla económica, sino también la cultural. Para Argentina y para el resto del mundo libre.
Milei se reunió en Davos con la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, que esta misma semana deberá habilitar un nuevo desembolso de 4.700 millones de dólares con los que Argentina deberá atender los vencimientos que tiene con el propio Fondo. “Muy buena reunión con el presidente de la Argentina”, escribió Georgieva en la red social X. “Hablamos sobre las medidas decisivas que se están tomando para reducir la inflación, promover el crecimiento liderado por el sector privado y utilizar el escaso dinero público disponible para ayudar a las personas más vulnerables”. El diario La Nación describía así el encuentro: “Luego de la reunión, la número dos del FMI pidió un selfie a Milei, quien posó con su gesto característico de los pulgares hacia arriba. Al ver esa situación, Georgieva se sumó risueña a la foto, mostrando también el pulgar izquierdo hacia arriba, mientras que con el brazo derecho abrazaba al Presidente”. La posición de Javier Milei no parece tan apurada como algunos la ven en la propia Argentina.
Nada define mejor la fealdad del nuevo régimen que la salita donde los empresarios españoles fueron recluidos a toque de corneta en Davos
Mientras el país austral vive la esperanza del cambio, España se hunde cada día un poco más en la sima de esa autarquía donde reina la arbitrariedad más absoluta. Nada define mejor la fealdad del nuevo régimen que la salita donde los empresarios españoles fueron recluidos a toque de corneta en Davos. Aquello parecía una comunidad de vecinos reunida en el cuartucho que Manolo mantiene abierto en el semisótano de su bar de Carabanchel Bajo, donde guarda el cubo de la basura. Contemplar a los poderosos del Ibex contra la pared en la habitación de la escoba de un hotel cutre define mejor que mil discursos la tragedia de esta España crepuscular. Ni un solo gran empresario se atrevió a plantear la más ligera duda sobre la legalidad de la ley de Amnistía, piedra angular de este golpe de estado postmoderno perpetrado con total impunidad por un piernas a medio camino entre lo grotesco y lo hortera. Que España ya no es una democracia con separación de poderes bajo el imperio de la ley, es una verdad como un templo. El proceso de demolición ha adquirido ya velocidad de crucero. Esta semana misma. Es la cacería iniciada contra el juez García-Castellón por la ministra Ribera. Es la ministra Montero diciendo que la soberanía reside en el Parlamento, que no en el pueblo español. Es el asedio contra el estamento empresarial (Josu Jon Imaz, CEO de Repsol) porque discrepa de los dogmas climáticos del Ejecutivo. Es la señora Armengol reteniendo seis días el informe de los letrados del Congreso para evitar que la oposición pudiera presentar enmiendas. Es el Constitucional de Pompidú convertido en un órgano de casación por encima del Supremo y en una especie de cámara legislativa final dispuesta a satisfacer las necesidades puntuales del jefe de Pompidú… Como siempre, no podemos renunciar a la esperanza. Javier Milei nos muestra la senda de rebelión que conduce a un país más rico, más justo, menos corrupto, más respetuoso con la ley, mejor educado. Un país más libre. Un país mejor.