ABC 14/07/14
· «Si el TC tumba la consulta, Mas nos aseguró que no pondría las urnas», señala Bosch
· Estrategia La plataforma ve contraproducente el discurso apocalíptico contra el independentismo
Un julio muy cargado en lo político como previa a un otoño trascendental para el futuro institucional no sOlo de Cataluña, sino también de España. A pocos meses de que el Ejecutivo de Artur Mas convoque la consulta secesionista, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, recibe hoy a Sociedad Civil Catalana (SCC), la plataforma anti independentista que ha asumido sin complejos el discurso de la concordia en una comunidad donde desde 2012 el soberanismo llena todo el espacio, como un gas.
El azar ha querido que el encuentro entre Rajoy y SCC se produzca justo dos semanas después de que la plataforma se reuniese con el presidente Mas y a pocos días de que éste sea recibido por el presidente del Gobierno. Entre una y otra reunión, el presidente de SCC, Josep Ramon Bosch, desvela a ABC las claves de su entrevista con el presidente catalán y los argumentos que expondrán hoy a Rajoy, configurando algo así como un mapa de situación para entender qué sucederá el próximo otoño.
De entrada, Bosch y el resto de la dirección de SCC transmitirán al presidente del Gobierno el que a su criterio es un déficit en la estrategia para intentar desactivar el independentismo. «El discurso racional es necesario, como es explicar los problemas que supondría quedar fuera de la UE, pero también falta apelar al sentimiento, al discurso emocional. Hay que explicar que España es un buen proyecto, un discurso en positivo. Nuestro lema va en esta línea: juntos y mejor».
Por contra, Bosch tiene claro que cierto enfoque apocalíptico del problema catalán, como cuando se asegura, por ejemplo, «que una Cataluña independendiente sería pasto del yihadismo, o que vagaríamos durante siglos por las galaxias, lo único que hace es generar más independentistas».
SCC también transmitirá a Rajoy cómo ve el escenario catalán en los próximos meses. Al respecto, Bosch se muestra convencido de que la consulta del 9-N no se celebrará, un diagnóstico compartido de manera unánime por todos los partidos políticos, incluidos, siempre en privado, los que promueven dicha consulta. «Esto todo el mundo lo asume. La consulta legal no se hará, otra cosa es la charanga que pueda organizar la Asamblea Nacional Catalana», aunque en medios independentistas se asume que una consulta no oficial sería contraproducente para el proceso, algo así como quemar un cartucho con un «show» que nadie reconocería. Bosch, con todo, se muestra escéptico con este análisis: «Veo a la ANC muy lanzada, y la emoción les puede a la inteligencia».
No obstante, la seguridad de que la consulta es imposible parte sobre todo de las palabras del propio presidente catalán. «Si el Tribunal Constitucional tumba la consulta, Mas nos aseguró que no pondría las urnas», señala Bosch. Es el mismo mensaje que el presidente de la Generalitat habría transmitido a Rajoy en sus espaciados encuentros. Al margen de gestos simbólicos más o menos aparatosos que evidencien que se impide votar, Mas, cree Bosch, no propiciará un escenario en el que la Justicia se vea obligada a ordenar a los Mossos d’Esquadra o a otro cuerpo a quitar las urnas.
«Ya será mártir»
«Mas firmará el decreto de convocatoria de la consulta, se la tumbarán, y con esto él ya será mártir… se dirá a sí mismo: los libros de historia hablarán de mí», explica Bosch. Aunque el presidente de SCC condena la tremenda irresponsabilidad de esta situación, atribuye a Mas «una inteligencia y preparación» que cree evitará una situación de violencia, algo que contrapone a la exaltación de su entorno inmediato, personificado en la figura del consejero Francesc Homs.
Así, más que el debate consulta sí o no, la verdadera clave es saber qué hará Mas con posterioridad: convocar de inmediato elecciones autonómicas, a las que se daría carácter plebiscitario, «sabiendo que perderá», o esperar. A ERC, «que es la que manda», le interesa lo segundo, sobre todo ante las expectativas de unas municipales donde aspira como mínimo a triplicar los 1.377 ediles de 2011 e incluso a hacerse con una plaza como Barcelona. «La dirección de ERC es muy hábil, quieren fortalecer el partido, acumular poder institucional… asumen que la independencia nunca será de hoy para mañana», sostiene Bosch.