Ramón Pérez-Maura-El Debate
  • El grado de responsabilidad que tuvo Ábalos en el PSOE ni el que tuvo en Transportes por donde Koldo circulaba dando órdenes en nombre del ministro no se sabe muy bien en base a qué nombramiento que no consta que hubiese. Inverosímil.

Soy una de esas personas a las que con frecuencia le piden que haga una de las lecturas los domingos en Misa. En mi caso en San Fermín de los Navarros, en el barrio de Chamberí en Madrid. Quienes acudieran al sacramento de la Eucaristía el domingo pasado recordarán que correspondía como primera lectura el pasaje de Génesis 18, 20-33 en el que Yavé denuncia: «Las quejas contra Sodoma y Gomorra son enormes, y su pecado es en verdad muy grande. Voy a visitarlos, y comprobaré si han actuado según esas quejas que han llegado hasta mí. Si no es así, lo sabré.» Todos sabemos que entonces empieza una negociación con Abrahán: «¿Es cierto que vas a exterminar al justo junto con el malvado? Tal vez haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿es cierto que vas a acabar con todos y no perdonar el lugar en atención a esos cincuenta justos?». La negociación sigue y la cosa va bajando hasta que Yavé reconoce que si hay diez justos no destruirá la ciudad. Debo reconocer que a mí siempre me sorprendió que Yavé pudiera hacer morir a nueve justos, pero esa no es la cuestión hoy.

Mientras hacía la lectura, dos ideas pasaban por mi mente: que cosa tan políticamente incorrecta. Lo que me encanta. Si alguien escribiera eso hoy sería acusado de homofobia sin matices. ¡Decir que la sodomía es un pecado muy grande! A quién se le ocurre. Pero también me vino otra cosa a la cabeza: el pasado 9 de julio debatiendo en las Cortes sobre la corrupción del Gobierno, Gabriel Rufián tuvo el valor de decir a Sánchez que «si esto se queda en tres listos, usted se tiene que quedar», en referencia a Santos Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García, «porque a un Gobierno no se le puede tumbar con lo que tenemos sobre la mesa». O sea, que Rufián ve la trama del trío que acompañaba al del Peugeot como lo de Sodoma y Gomorra. Y a estas alturas todos tenemos detalles múltiples de que algo de Sodoma y Gomorra había como nos ha revelado las grabaciones de Koldo García con algún detalle.

Para Rufián, como para Abrahán, hay que negociar dónde se pone el corte. Aunque aquí la negociación es a la inversa. Rufián ha declarado con toda contundencia que tiene claro que un caso de corrupción de la magnitud del que afecta a estos tres inculpados no puede derribar un Gobierno. Ni las prostitutas, ni las comisiones ilegales, ni el grado de responsabilidad que tuvieron Cerdán y Ábalos en el PSOE ni el que tuvo Ábalos en Transportes por donde Koldo circulaba dando órdenes en nombre del ministro no se sabe muy bien en base a qué nombramiento que no consta que hubiese. Inverosímil.

¿Qué tiene que hacer un Gobierno en España para que socios como ERC le retiren su apoyo? Está visto que la corrupción no es una causa que amerite tumbar el Gobierno. Bueno, sí cuando gobierna el Partido Popular que ha negado una sola concesión a los separatistas catalanes. Y entonces una supuesta corrupción del partido que después fue borrada de la sentencia por el Supremo ameritó dar el poder a Sánchez. Y aún si aquello no hubiera sido borrado por la Justicia, su relevancia era nimia comparada con lo que ha ocurrido en el PSOE.

Pero la gran diferencia no es el grado de corrupción, que para ERC como para los demás independentistas es irrelevante. Y a las pruebas me remito. A ellos lo único que les importa es los pasos que están pudiendo dar hacia la independencia de la mano de este PSOE del sanchismo. Su objetivo final se acerca. Y cada día que pasa es un día más hacia la victoria. Si es que políticamente, Sodoma y Gomorra es España 2025.