JON JUARISTI-ABC

  • Resulta obvio que las soflamas de Sánchez excitan a buena parte de sus ministros y ministras

El 1 de mayo, en la manifa sindical de Madrid, el Puto Esclavo dijo sentirse cansado de poner la otra mejilla. Llamo a Óscar Puente ‘el Puto Esclavo’ porque, en pura lógica hegeliana, quien reconoce a otro como su amo se define en ese mismo acto como su esclavo y, si además le reconoce como su Puto Amo, se convierte ‘ipso facto’ en su Puto Esclavo. Lean a Marx si no me creen.

El Puto Amo de Óscar Puente dedicó cinco días a parir una soflama para movilizar a sus putos esclavos contra jueces y medios de comunicación desafectos, que el propio Puto Amo rebautizó como «seudomedios». Lo que me recordó que socialistas y comunistas utilizaron una táctica similar para destruir la administración de Justicia entre febrero y julio del año 1936. Lo consiguieron, así que los únicos tribunales que operaron en el bando republicano durante la Guerra Civil fueron las checas.

Véase lo que publicó Unamuno, bajo el título de ‘Ensayo de revolución’, el 7 de junio de 1936, en el diario madrileño ‘Ahora’ (del que terminó huyendo ese año hacia París su «camarada director», el pobre Manuel Chaves Nogales, para evitar que lo pasearan los socialistas del comité de trabajadores del periódico): «Hace unos días hubo aquí, en Salamanca, el espectáculo bochornoso de una Sala de Audiencia cercada por una turba de energúmenos que querían linchar a los magistrados, jueces y abogados (…). La fuerza pública ordenada a no intervenir sino después de …agresión consumada». Esa fue la tónica general de la «regeneración democrática» de las izquierdas bajo el desgobierno del Frente Popular. Como Unamuno protestara escandalizado, un político socialista de la ciudad le dijo: «Aquí no se trata de justicia, sino de política». El 3 de julio, también en ‘Ahora’ («Justicia y Bienestar»), Unamuno comentaba así esta réplica: «Y me dio a entender que cierta injusta medida persecutoria se daba para proteger a los perseguidos contra otras persecuciones populares en el caso de no tomar la medida (…). Curioso argumento que no deja de aplicarse». Y concluía así: «La política no puede confundirse con la justicia, Es la razón de Estado: la tiranía, mucho peor cuando es lo que llaman democrática que cuando es regia o imperial». Pero no sin antes expresar el juicio que le merecían las soflamas socialistas de entonces, del mismo género que las actuales del Puto Amo: «Que así como se leen los clandestinos libritos pornográficos para excitarse estímulos carnales, así se leen esas soflamas para excitarse otros instintos». O quién sabe, quizá los mismos. El caso es que no pasaron dos semanas de aquello sin que se montara el pollo.

O sea que, si el Puto Esclavo está cansado de poner la otra mejilla, mejor que se desahogue con tamborradas de gorila en sus pectorales, como hacen otras, no sea que se vaya la luz en todo el vecindario.