Jon Juaristi-ABC

  • Lo de Ábalos tiene atenuantes culturales y religiosos; lo de Salazar, menos

Según usted, ¿qué es peor? ¿Ser un putero o ser un acosador? Hombre, lo peor de lo peor sería ser ambas cosas a la vez. El putero, con todo, parece más salvable, empezando porque paga. En el caso que nos ocupa, incluso les paga a ellas el alquiler de pisos de lujo. Y les consigue empleos en el sector público, donde no necesitan ni fichar. Además está aquello de que «las prostitutas y los publicanos os precederán en el Reino» (Mateo, 21, 31). He visto una versión que dice: «Las prostitutas y los cobradores de impuestos os precederán en el reino». Otra llega a concretar aún más «los recaudadores de impuestos para Roma y las prostitutas os precederán en el reino». Pero me temo que eso es ponerse la venda antes de la herida: eliminar de antemano la sospecha de que, con lo de «publicanos», Jesús pueda estar refiriéndose a los puteros.

Sin embargo, parece que el sentido de «publicano» es precisamente ese, «pecador público», o sea, el correlato de «pecadora pública». En Lucas (15, 1) la aposición de publicanos y pecadores parece establecer la equivalencia: «Erant autem appropinquantes publicani et peccatores» («Se le acercaban publicanos y pecadores»). Es decir, todo tipo de pecadores públicos, lo que sin duda incluía a los puteros.

Bueno, pues, al parecer, Jesús no les trataba a patadas, y en ocasiones hasta comía con ellos. Supongo que, si además de puteros eran recaudadores y pagaban el servicio con el dinero recaudado, se lo reprocharía, porque era partidario de pagar al César con las monedas del César.

Lo de Ábalos tiene además otro atenuante. El mundillo del toreo y la prostitución nunca han estado demasiado lejos, y el hijo de Carbonerito debió de acostumbrarse desde muy temprano a la cercanía. No me invento nada: ya desde los orígenes del toreo a pie, Jovellanos advertía a los hijos de papá que no cayeran en tan inmunda afición porque una cosa llevaba a la otra, y el puterío arruina la salud y la fortuna. En cuanto a la primera, en el pasado siglo toreros y lumis rindieron culto común a Fleming, que les ahorró septicemias y purgaciones.

El gran poeta plástico español de la tauromaquia y de la prostitución fue José Gutiérrez Solana, el noventayochista que llevó al paroxismo la majeza cutre, el mundo del guapo y del putero, que ya apuntaba en tiempos de Goya y de Jovellanos. A su modo, Ábalos parece representar la apoteosis ministerial de ese mundo, pero eso es porque hemos olvidado la raigambre socialista del mismo: pensemos, sin ir más lejos, en Prieto, que a las dos inclinaciones clásicas, taurina y lupanaria, unió la del saqueo de las arcas públicas y privadas. A su lado, Ábalos sería un padre de la Tebaida. En fin, a veces he sentido la tentación de pedir a la IA que me pinte una versión solanesca del gobierno de Sánchez, pero no merece la pena. Es totalmente solanesco al natural.