José María Ruiz Soroa-El Correo

  • Ahora, los catalanes están aportando 2.288 millones para la nivelación territorial. Madrid, 7.395 millones. Los vascos, 26,9 millones

Sí, palabra hermosa. Y barata. No cuesta nada repetirla una y otra vez cuando en Vasconia hablamos del sistema peculiar de financiación que atesoramos. La proclama el lehendakari, y desde él para abajo, todos. Derecha e izquierda, nacionalistas o socialistas, comunistas o federalistas, todos de acuerdo: nuestro sistema es solidario con la España más pobre, aportamos al sistema nacional nuestra cuota de solidaridad, en concreto a través del Fondo de Compensación Interterritorial, como manda la Constitución en su artículo 158. ¡Qué bonito!

Lo cierto es que esta universal afirmación se sostiene sobre un vacío: el cálculo del Cupo vasco es algo que solo sus negociadores conocen, sus cuentas y números son ignotos, son un secreto bien guardado por las administraciones competentes. El Congreso no se entera de su contenido cuando lo aprueba; la ciudadanía, menos. Se trata de una ley de lectura única cuyos números caben en cinco líneas, así de generales son. Así, sobre este vacío cognitivo se puede afirmar lo que se quiera, no hay forma de demostrar lo contrario mirando las cuentas. No las hay. O, mejor dicho, usted, lector y ciudadano, no tiene derecho a conocerlas. Y a la transparencia esa, ¡que le den!

Claro que tampoco hay que ser un genio para sumar dos y dos. No sumar palabras, sino números. Verán, se los cuento como hacía la vieja. La cuantía del Fondo de Compensación Interterritorial es de 432.430.000 euros desde 2012, es un fondo que prácticamente carece de importancia (y además es solo para inversiones, no para prestar servicios públicos). A ese fondo, como competencia no asumida por el País Vasco, aporta este su cuota, el 6,24%, que equivale a 26.983.632 euros. Esa es exactamente la cifra de nuestra solidaridad con el resto de España, algo menos de 27 millones de euros. Si estoy equivocado, que lo pruebe alguien. Pero con cifras, por favor.

¿Qué sucede? Que la nivelación interterritorial en España se logra por vía de otros fondos que no se previeron en la Constitución de 1978, sino en la muy posterior Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas de 2009: los fondos de Suficiencia, de Competitividad y otros. Y como ejemplo tomemos el caso de la comunidad que más se parece a Euskadi en su nivel de riqueza, Madrid. ¿Cuánto aporta Madrid a la nivelación solidaria con las comunidades de renta inferior a la media? Tomando la liquidación de cuentas de 2022, nada menos que 7.395.000.000, lo que equivale exactamente al 2,82% de su Producto Interior Bruto. Compare: 27 millones vascos, 7.000 millones madrileños. Y vuelva luego a decirme eso de que los vascos somos solidarios, por favor.

Claro, Madrid tiene una economía que es el triple en tamaño de la vasca. Cierto, utilicemos el porcentaje, no los números brutos. ¿Cuál sería el equivalente al 2,82% del PIB que aportan los capitalinos para el PIB vasco de 2022? Pues, si no me equivoco, nada menos que 2.237.000.000 euros. Esa es la cifra que nos tocaría aportar si fuéramos normalmente solidarios. No solidarísimos, sino lo corriente, lo general en el resto de España. Dos mil millones. Y aportamos veintisiete.

Visto lo cual, no tiene nada de raro que los catalanes nacionalistas hayan conseguido, en el nuevo Estado español multicantonal que se avecina, la promesa de gozar de un sistema de financiación singular y «similar al vasco». Porque ahora, en esta tierra ladrona en la que los ricos deben ayudar a los pobres, los catalanes están pagando una aportación a la nivelación interterritorial de 2.288.000.000 euros. Los vascos, 26.983.632 euros. ¡Y son más ricos! Vamos, que es negocio redondo ser un poco vasco y menos catalán, como pasar de la butifarra al jamón, que decía un ilustre financiero bilbaino.