Solidarios con los terroristas

JUAN CARLOS GIRAUTA-ABC

  • Amnistía Internacional ha proporcionado la coartada para que sigamos premiando a los asesinos de judíos sin que nos quite el sueño

Estamos pagando el terrorismo con nuestros impuestos. Estamos premiando –y por lo tanto promoviendo– el terrorismo. Europa financia generosamente a la Autoridad Nacional Palestina, que, con no menos liberalidad, concede pensiones a los palestinos presos por terrorismo y a las familias de los terroristas muertos durante sus propios atentados. Los llaman mártires. Uno dice mártir y piensa en otra cosa, ¿verdad?

En efecto, no contenta con promover el odio contra los judíos en libros de texto y en medios de comunicación, la ANP remunera a los deudos de tipos como el que acaba de matar a siete personas cuando salían de una sinagoga en Jerusalén. Pero sembrada de clichés y envenenada por el lenguaje de los terroristas, que por lo visto merecen más crédito que el democrático Estado de Israel, nuestra opinión pública no sabe qué hacer con esto: asesinados por ser judíos. Porque esa es la noticia en puridad. ¿Por qué no se ve ni se reconoce lo evidente?

Está en primer lugar la falta de interés del personal por las noticias de Internacional. Está, dicho quedó, el problema de haber adoptado sin recato la terminología de los grupos terroristas. Y está el humo que se echa para que no se distinga bien la realidad, la tinta de calamar que se arroja para impedir la formulación de lo fáctico: un terrorista ha asesinado a siete personas por la sencilla razón de que eran judías. Salían de orar.

Está, en lo más profundo, favoreciendo la inversión de la culpa, el atavismo judeófobo, que lleva dos milenios apestando el mundo. El atavismo adopta, claro, los ropajes de cada época. Explícito en las expulsiones medievales europeas (varias antes que la española, aunque nunca se piense en ellas). Más explícito aún en los pogromos del este de Europa. Espoleado con las mentiras de los nuevos libelos de sangre, actualizados al nacer el siglo XX. Llegando a la solución final nazi, acontecimiento que rompe la historia de la Humanidad. Y después de eso…

Después de eso resulta intolerable, salvo para pequeños grupos de salvajes, un planteamiento racista, aunque el racialismo pervive entre la gente, en el conocimiento convencional y en el cuchicheo. Cuando se sube al estrado, cuando habla en un foro, cuando adopta el estilo de las resoluciones, la judeofobia se presenta como el apoyo a ese pueblo que salió a las calles a celebrar con fuegos artificiales el asesinato de los siete judíos, cuya culpa sigue siendo ser judíos.

Amnistía Internacional ha proporcionado la coartada para que sigamos premiando a los asesinos de judíos sin que nos quite el sueño: un supuesto apartheid. Trampa sucia y mendaz que permitirá esta semana a los estudiantes de Políticas de la Complutense declarar su facultad judenfrei. Ellos lo llaman Espacio Libre de Appartheid Israelí. Como si estuviéramos en el Berlín del 43, pero sintiéndose solidarios. Solidarios, sí. Con los terroristas.