Rafael Méndez-El Confidencial
El partido de Rivera es el que parte con mayor desventaja en unas nuevas elecciones, según las encuestas. El viraje de última hora intenta recomponer el margen de Rivera
Las encuestas son cada vez más la brújula de los políticos. Los últimos sondeos que manejan los partidos, privados y destilados de las tripas del CIS, explican el movimiento a la desesperada y fallido de Ciudadanos de ofrecer la abstención a Pedro Sánchez. Ciudadanos es el partido con menor fidelidad de voto: por debajo del 50% de los que le votaron en abril afirman ya que mantienen su intención de repetir en unas elecciones en noviembre. El resto de los cuatro grandes partidos nacionales supera el 70% de fidelidad. Esos 25 puntos de diferencia sirven para explicar que Ciudadanos es el partido que más se juega en una repetición electoral.
Albert Rivera ha pasado de no contestar a las llamadas del presidente en funciones a implorarle una reunión de urgencia; de llamarle miembro de una banda que quería repartirse España como si fuera un botín a ofrecerle su apoyo para formar Gobierno. «Si Sánchez nos lleva a las elecciones tirando por la borda una propuesta de sus socios y una solución de Estado, Sánchez es el problema», afirmó el martes Rivera tras ver al Rey. Como en toda decisión en precampaña, y más en Ciudadanos, hay números que explican ese viraje.
«Ciudadanos tiene menos del 50% de fidelidad de voto y tanta fuga a la derecha como a la izquierda, se le van votantes al PP y también hacia el PSOE»
«Ciudadanos tiene menos del 50% de fidelidad de voto y tanta fuga a la derecha como a la izquierda, se le van votantes al PP y también hacia el PSOE», explica Andrés Medina, fundador de Gravitas, una empresa de análisis electoral y que trabajó en Moncloa con Rajoy. José Pablo Ferrándiz, investigador principal de Metroscopia, explica que la empresa maneja una encuesta de la semana pasada en que la fidelidad de Ciudadanos se sitúa en el 45%, mientras que el resto de partidos están en el 70%. El mapa que presentan los sondeos tiene algo de paradoja. «Ciudadanos tiene un electorado desmovilizado, y eso que Rivera ha cumplido lo que dijo en campaña de que no iba a apoyar a Sánchez después de las elecciones», afirma Ferrándiz.
Los otros partidos consideran que el movimiento de ofrecer un acuerdo se explica por el temor de Rivera a la campaña. «Esta campaña va a ir sobre quién ha sido el culpable de las elecciones y ahí los primeros señalados iban a ser ellos. Nadie iba a mirar a Casado», explicaba hace unos días un cargo popular. Un socialista resume el movimiento: «Ciudadanos estaba en medio del océano y se ha comprado un flotador». Todos le dan valor al movimiento, aunque consideran que llega tarde y que después de negarse a hablar con Sánchez, es difícil de explicar.
Las campañas cada vez deciden más el voto, especialmente en el caso de Ciudadanos, porque es el que tiene el perfil más volátil. Según un análisis realizado por Medina con el CIS poselectoral de las generales, solo el 54% de los votantes de Ciudadanos votó convencido, mientras que en los otros cuatro partidos nacionales los porcentajes estaban entre el 68% y el 71%. Ese es un indicador de consistencia del voto y Ciudadanos lo mantiene por debajo de otros partidos nuevos como Vox y Podemos, lo que se explica porque está en el centro del panorama político y tiene más fronteras de voto que ninguno.
El PP, pese a estar en la ruina, considera que puede hacer una campaña efectiva apelando a la madurez de Casado y con la economía y la moderación como reclamo. Para Vox, el principal problema es el reparto de escaños: una pequeña caída en porcentaje se traduce en un gran descenso en diputados.