Nos quedan quince días para echar de la Moncloa a Pedro Sánchez Pérez. Es quizá un paso pequeño para la humanidad pero va a ser una zancada considerable en el alivio de nuestros pesares. Sánchez va a perder las elecciones, aunque la chusma que lo acompaña confía en la remontada como si el tipo que nos gobierna fuera Benzema.

Sánchez tiene como ningún otro ser el don de la alteridad, de acusar a terceros  de vicios que él practica en mayor medida que nadie. Así imputa a sus adversarios, para él siempre enemigos, un autodefinido del sanchismo como una burbuja de mentiras, manipulaciones y maldades. Él es un psicópata, según el DRAE, que miente y manipula sin comparación. “Miente más que habla”, dijo de Pablo Iglesias, que es también un bocachancla, aunque más mediocre. Como le dijo Cayetana, citando a Sánchez: “Pablo Iglesias ha hecho de la mentira su forma de hacer política. Seguramente la cita le parecerá un elogio por venir de Sánchez Pérez-Castejón. También en esto usted siempre será el número dos”.

No hay quien le gane y es muy difícil que alguien pueda llegar a comparársele mientras él esté en todas las posiciones al mismo tiempo. Lo suyo son avances y lo de la oposición, retrocesos. Lo mío son hechos y lo suyo opiniones, vino a descalificar a Ana Rosa Quintana, que no se dejó. Núñez Feijóo ha acusado a Sánchez de mentir por haberse comprometido en 2019 a traer a España al prófugo Puigdemont para que «responda ante la Justicia”, al tiempo que reprochaba al PP que se fugara con un Gobierno suyo. Lo de traerlo no era una promesa, no estaba entre sus competencias, sino una mera declaración de intenciones. Ahora que las cosas se le ponen pindias al catalán ha declarado, que no era para responder ante la Justicia, sino para indultarlo, como a todos sus cómplices. ¿Miente Puigdemont, como dicen los Sánchez (Pedro y Raquel)? No es que uno tenga un gran concepto del prófugo, pero esta es una discusión que ya mantuvo en tiempos pasados cuando le preguntaban “¿Tú a quien prefieres creer, a un gobernante como Zapatero o a una banda terrorista?” Solo había una respuesta racional: “A quien me diga la verdad”. Y aquí parece que es más creíble la versión de Puigdemont: ya había indultado a sus cómplices y antes de eso había enviado al mentiroso número dos a negociar con ellos los presupuestos en la cárcel.

Ayer se hizo público el programa del PSOE, que a lo largo  de 264 páginas detallaba lo que a Pedro Sánchez y los suyos debe de parecerles todo un plan, aunque es preciso señalar que, como su máximo dirigente, es autodefinido, pura tautología, la economía, que va como una moto, o sea, hacia adelante, camino del futuro, de una España de color que trata de sacarnos del blanco y negro. Basta leer los dos primeros epígrafes el capítulo económico: “Estabilidad económica y financiera, reforzando la confianza en España en el ámbito internacional. Crecimiento económico y pacto por el pleno empleo”. ¿Cómo no van a confiar en el país que tiene la tasa de paro más alta entre los 38 miembros de la OCDE?¿O la segunda de paro juvenil de los 28 países de la Unión Europea?¿Cómo no van a mentir en el programa, si está en su naturaleza? Es lógico por otra parte. Solo les quedan 15 días y es natural que los aprovechen. Alguno más si lo hacen como Puig.