Ya están preparando el terreno. Habituales y reenganchados. La diferencia es que ahora cada uno ocupa su lugar natural. Caso de José Félix Tezanos, el ideólogo; y de Iván Redondo, que recupera el papel de vendemotos. Como los pronósticos del CIS de don José Félix solo sirven ya para la general rechifla del respetable, ha sido la misma lumbrera que predijo que Yolanda Díaz sería la primera mujer presidenta del Gobierno, como ha recordado, sin acritud, García Page, la encargada de ponerle música a la nueva ópera bufa en forma de encuesta: el PSOE, dice Redondo, ganaría hoy las elecciones con el 30,4% de los sufragios y 28 o 29 escaños más que el PP; y Vox estaría a un paso de comerse a Núñez Feijóo.
Paralelamente, al sociólogo de cabecera se le comisionaba para confeccionar el argumentario: “Lo más plausible es que en las próximas elecciones generales la alternativa real al PSOE sea Vox y no el PP”. En la revista Temas, su revista, don José Félix nos adelanta de qué va a ir esto -cosa que se agradece-: “La dinámica política va a permitirnos contemplar durante los próximos meses una competencia abierta entre los dirigentes de Vox y una parte importante de los del PP, para intentar demostrar quiénes son más tardofranquistas (en versión española) o más trumpistas (en versión internacional). Competencia en la que Vox tiene más opciones de ganar”. ¡Olé!
Hace tiempo que se está fraguando la segunda vuelta de la exitosa jugada de julio del 23: ¡Que viene el coco! No hay otro camino. Además, el contexto es, si cabe, más favorable: Trump, las democracias europeas virando aceleradamente hacia posiciones de derecha radical, Gaza… España otra vez “centinela de Occidente”, pero no al modo franquista, sino guardián de los derechos humanos, de la resistencia frente al tsunami ultra que amenaza con destruir las democracias. Se trata de reproducir en muchos ciudadanos, corregida y aumentada, la sensación de pertenencia a un pueblo intrépido y orgulloso de convertirse en el último reducto de la libertad frente a las nuevas caras del fascismo. La aldea sanchista.
El PP a por uvas
Está bien traído. Poco importa que ningún estudio o sondeo independiente convalide esos temores. Ni que la realidad demoscópica en España, con el PSOE y PP sumando más del 60% del voto y Vox en una media del 16%, como ha recordado Ignacio Varela, tenga nada que ver con las inquietantes perspectivas electorales de otros grandes países europeos, mucho más condicionados por el impacto de la inmigración irregular -y regular- que el nuestro. Se trata de crear, de incrementar y mantener en el tiempo, movilizando la calle cada vez que haya oportunidad, ese sentimiento de rebeldía frente a lo inevitable, de pueblo resistente, de referencia global de la izquierda.
Tezanos y Redondo son la punta de lanza de una “operación salvamento” para la que no se van a escatimar recursos (inversión récord en publicidad institucional y la tv pública despedazando el presupuesto) y cuyo principal antagonista es al mismo tiempo su más sobresaliente aliado: un Partido Popular cuya estructura orgánica y movimientos estratégicos están más volcados en contrarrestar a Vox que en definir y divulgar con éxito una convincente y desacomplejada apuesta de derecha liberal. Un partido que cada día que pasa parece subordinar más la dimensión de su potencial victoria en las urnas al devenir judicial de Sánchez&Family que a sus propios aciertos.
Bien es verdad que este es el talón de Aquiles de la operación tezanoredondista (o redondotezanista, como se prefiera). Y a la vez, el factor de mayor peso entre los que van a condicionar la fecha de las próximas elecciones generales. Cuando el domingo 28 de septiembre Núñez Feijóo pronunció esta frase en Murcia: “Sánchez va a acabar mal, no tengo ninguna duda”, lo primero que pensé es que si el en otros tiempos prudente gallego había sido tan categórico en asunto tan delicado, y de tanto calado político, era porque debía tener información igualmente irrebatible. Lo segundo, secuela de lo anterior, es que ya estábamos en tiempo de descuento.
El escenario está diseñado. Falta por conocerse la fecha del concierto. Y esa es la decisión que aún no se ha tomado. Pero se está valorando. A diario. Son dos las opciones: 1) acelerar, aprovechando el ruido ambiente, antes de que Gaza deje de estar permanentemente en la agenda y, sobre todo, anticipando cualquier decisión fatídica de los tribunales; 2) esperar y, en aplicación de la doctrina generosamente adelantada por Tezanos en su artículo, ir a una campaña electoral a cara de perro en la que se cuestione la vigencia del modelo de democracia liberal, el que consagra el sometimiento de los poderes ejecutivo y legislativo al imperio de la ley. Una vieja aspiración de la izquierda radical.
Indulto preventivo
Escribe Tezanos: “El trumpismo [representado en España por PP y Vox, según el sociólogo de guardia] aspira a una toma del poder político por las altas élites de la riqueza y del poder económico, y se caracteriza por el uso de estrategias demoledoras de destrucción de la reputación personal de sus adversarios políticos, utilizando procedimientos muy extremistas. A lo que se une un uso abusivo de los medios de comunicación social (cada vez más controlados y ‘obedientes’ a sus amos económicos), así como de ciertas instituciones políticas y de los poderes judiciales”.
Blanco y en botella. Víctimas y victimarios. Élites económicas y mediáticas que, con la muy activa complicidad de los “poderes judiciales”, destruyen, utilizando métodos bastardos, reputaciones de políticos honestos (léase Sánchez) al servicio del ciudadano de a pie. Frente a la “persecución” de unos tribunales sin control democrático, la resistencia del pueblo soberano. Un pulso en toda regla para el que se está dispuesto a todo: desde promover el sabotaje de eventos deportivos, hasta ser el único país que manda un barco de guerra para “proteger” a la flotilla finalmente bloqueada por Israel. Y todavía nos quedan cosas por ver.
Ya casi nadie apuesta porque la legislatura llegue al final. Es más, será con seguridad el conocimiento previo de la evolución de los procedimientos judiciales que afectan a su entorno, y a su partido, lo que aconseje al presidente esperar un poco más o le empuje a precipitar la nueva cita en las urnas. Será la hipótesis con más posibilidades de convertir las elecciones en una suerte de plebiscito que convalide el indulto de la familia Sánchez-Gómez (preventivo o a posteriori), la que al final determine la fecha de las elecciones.
(Don Alonso Gutiérrez de Cisniega, capitán de navío retirado, es uno de los personajes centrales de Trafalgar. Benito Pérez Galdós lo describe así: “No tenía miedo ni (…) al mar irritado, ni a los monstruos acuáticos ni a la ruidosa tempestad, ni al cielo, ni a la tierra; no tenía miedo a cosa alguna creada por Dios más que a su bendita mujer”. Eso va a ser.)