Solo un pataleo

ABC 26/03/16
LUIS VENTOSO

· Casi todo lo que dice y hace Podemos abofetea el sentido común

MÁS de tres millones de españoles votaron libremente a Podemos en las elecciones. ¿Por qué tantos seguidores para un ideario tan descabellado? Unos eligieron la papeleta morada porque son veteranos simpatizantes del multifracasado comunismo, antiguos fieles a IU que se pasaron a la nueva marca, televisiva y de estética más contemporánea. Otros son jóvenes, nuevos votantes, que expresan su rebeldía generacional buscando una opción en las antípodas de sus padres, casi siempre fieles a PSOE o PP (es notable que muchos de estos iconoclastas de la urna permanecen apoltronados en el sofá paterno, incapaces de dejar el nidito de coche, móvil y wifi por la patilla y emprender la aventura de vivir). Podemos también ha pescado algo en el flanco izquierdo del PSOE, por las evidentes carencias de Sánchez y porque los socialistas no ofrecen una alternativa nítida. Por último, el grueso del voto de Podemos proviene del puro enfado. Personas arrolladas por la terrible crisis del 2008, que lo han pasado realmente mal y continúan sin atisbar una mejoría. Lo único que quieren con su voto es propinarle al sistema una patada en la espinilla (o algo más arriba, para ser exactos). Muchos saben que Podemos es solo una quimera, pero les da igual, porque buscan un ariete para aliviar su enojo. El voto del pataleo. El mismo sentimiento que explica que en Italia se vote a un bufón profesional, Beppe Grillo. Pero hasta los legítimamente cabreados deberían ir asumiendo que Podemos es una arriesgada bofetada al sentido común:

–La tragedia de Bruselas nos recuerda que es un partido que fue incapaz de sumarse a algo tan elemental como un pacto contra el terrorismo yihadista. En relación a ETA, de manera odiosa muestran más sintonía con los herederos políticos de los asesinos que con sus víctimas. ¿Inspira confianza para gobernar España un partido al que se cuesta situarse frontalmente contra el terrorismo?

–En economía, sus propuestas son simplemente la verbena de la paloma. Quieren aumentar el gasto público en más de 90.000 millones, no creen en las empresas ni en los empresarios y abominan del marco económico de la UE. Quebrarían el país.

–Sus cantos de partido regenerador anti casta hacen agua. Los círculos de la participación popular funcionan en la práctica como la máquina de un caudillo populista y tertulianesco, Iglesias, que ya incurre sin pudor en la purga leninista del disidente. La sombra de la corrupción también llama a la puerta, empezando por su propia fundación, con la vidriosa relación con la teocracia iraní y el chavismo. Son además antidemócratas naturales, cuyo sesgo autoritario asoma cuando se niegan a denunciar la situación de los presos políticos en Venezuela.

–Ante el mayor problema de España hoy, un separatismo que amenaza su existencia, abogan por tender un puente de plata a los sediciosos para que destruyan el país. En los ayuntamientos han dado un recital de incompetencia. La realidad les queda grande.

Muchos votantes de buena voluntad deberían ir bajándose ya de la guagua de Maduro. Por mucha lírica cursi que le ponga el tele-líder, esto, camaradas, no hay por dónde cogerlo.