ABC 02/12/16
BIEITO RUBIDO
En ocasiones creo que esa frívola manera socialista de acercarse al problema territorial de España es una especie de huida hacia delante, que como todas las espantadas no lleva a ninguna parte. Lo preocupante es que esa solución ya no le suena mal al PP de Rajoy. Una cosa es el talante dialogante, y otra muy distinta abrirse a una reforma de la Constitución que, cuando se aborde tras el Congreso del PSOE, no aliviará ningún dolor de cabeza. El denominado «inmovilismo de Rajoy», referido de manera especial a Cataluña, no era otra cosa que el estricto cumplimiento de la Ley en defensa de la mayoría. Confieso que desconfío de esa posible vía socialista, sobre todo porque el grueso de los españoles, votantes de izquierda incluidos, no la piden. Sale de laboratorios políticos, no de la sociedad. Al menos en su planteamiento inicial, estamos ante algo innecesario y, por tanto, ante un error. El independentismo no se cura con cesiones; se vence por la fuerza de la razón democrática que nos hace a todos iguales. El secesionismo solo crece cuando percibe debilidad en los demócratas.