Roberto Blanco Valdés, LA VOZ DE GALICIA, 18/5/12
Ninguno de los datos básicos que definen la realidad de la economía española -la que consiste en producir bienes y servicios y no en especular en los mercados financieros- ha variado en las tres o cuatro últimas semanas. Es verdad que Bankia ha sido nacionalizada y lo es que ese proceso debió haberse desarrollado de forma menos chapucera. Pero lo es también que las fortalezas y debilidades de nuestra economía real son hoy las mismas que cuando la prima de riesgo en lugar de superar los 500 puntos estaba sustancialmente por debajo, que cuando la bolsa no había entrado aún en el pozo sin fondo en que se ahoga y que cuando nadie hablaba de corralitos y rescates.
Esa constatación, unida al hecho de que el Gobierno español goza de una estabilidad parlamentaria que es mucho mayor que la de Italia -no digamos ya que la de Grecia- y a la circunstancia nada irrelevante de que ese Gobierno ha puesto en práctica, incluso en lo que no le gustaba y con un rigor que muchos consideran excesivo, el programa de reformas diseñado para España por quien manda hoy en la Unión Europea, ponen de relieve con toda claridad que la subida a lo loco de nuestra prima de riesgo y la caída en picado de la bolsa no responden a otra cosa que a una política de acoso a España por parte de los especuladores que, como vampiros, viven de chupar la sangre a los demás: unos vampiros -es cierto- peculiares, pues prefieren cebarse en quien se muestra pálido de pura debilidad y no colorado de evidente fortaleza.
Si las cosas son así, lo que solo ponen en duda quienes creen que merece la pena aprovechar esa acción brutal de los especuladores para intentar tumbar a un Gobierno democrático que ha sido elegido aún no hace cinco meses, parece obvio que ese Gobierno tiene toda la razón cuando pide -exige ya- que el BCE salga decididamente en nuestro apoyo frente a los que querrían ver a España junto a Grecia, Irlanda y Portugal.
Emilio Ontiveros, economista prestigioso nada sospechoso de ser partidario del PP, lo ha expresado con una meridiana claridad: «El contagio procede de Grecia, por lo que no hay nada que el Gobierno español pueda hacer. El BCE no solo tiene que entrar en el mercado de deuda de los países más perjudicados, sino que debe decir que lo está haciendo […]. Ahora mismo es la única solución».
Una solución que exige que, desde dentro de España, se forme en estos momentos un auténtico frente de unidad nacional en torno a esa exigencia al BCE. Gobierno y Parlamento, Ejecutivos y Asambleas regionales, partidos, sindicatos y empresarios, todo el mundo debe hacer lo que esté en sus manos para forzar a la UE a evitar que el vampirismo financiero le gane el pulso a un país que no merece el trato que hoy recibe de los especuladores. O la UE sirve para eso o no sirve para nada.
Roberto Blanco Valdés, LA VOZ DE GALICIA, 18/5/12