Pablo Martínez Zarracina-El Correo

Bruselas ·

  •  Yolanda Díaz visita a Carles Puigdemont no tanto por la investidura como por la democracia

Yolanda Díaz fue ayer a Bruselas para entrevistarse con Puigdemont. Según fuentes gubernamentales, el Gobierno desconocía las intenciones de la vicepresidenta del Gobierno, que en ningún caso viajó representando al Gobierno. De tan secreto, puede que el viaje de Díaz se le escapase hasta al CNI. Quizá la vicepresidenta se mueve por el teatro internacional como James Bond, de incógnito y sutilmente, con el mayor sigilo. Con sigilo y con su fotógrafa oficial del ministerio, que debió de ser convocada a última hora ante las típicas dudas que surgen al hacer la maleta: «¿Alguien sabe si hay fotógrafos en Bélgica?»

Puigdemont, en cambio, solo se llevó al encuentro a Toni Comín, que siempre parece alegrarse mucho cuando llegan visitas y se anima un poco lo del exilio. Si se fijan, se alegra un poco como López Vázquez cuando aparecía gente por el palacio del marqués de Leguineche. En la cumbre de Bruselas también estaba Jaume Asens, muñidor y factótum al que ya le reprochó Rufián en su día que fuese tanto a Waterloo.

Según los protagonistas, el encuentro fue fructífero. Lo fue sin duda por el lado de la chatarra verbal. La chatarra, eso sí, es la de siempre, tan solemnísima y falaz, tan desgastada. Pero eso no importa. Ayer solo importaba la foto: el expresident fugado siendo reconocido seis años después como interlocutor válido. Que Yolanda Díaz sonriese a Puigdemont de esa manera suya enfática, feroz, efervescente, como si en el fondo tampoco lo distinguiese del Papa o de Lula, subrayó, quién sabe si voluntariamente, la naturaleza decisiva de la escena. Lo que se vio ayer en Bruselas fue a la vicepresidenta del Gobierno de España mostrándose feliz de reunirse con un político huido de la Justicia española por alzarse contra el Estado cuando era su máximo representante en Cataluña.

A la espera de saber si eso fue un peaje, una exhibición o la apertura de una vía de tolerancia, Puigdemont y Díaz informaron de que ellos esas cosas no las hacen como parece por la investidura, o sea, por su propio interés. Lo hacen por la verdadera democracia. Todo apunta a que se refieren a la forma igualitaria de gobierno que, en su grado ideal de desarrollo, consigue que los políticos que manejan el poder queden por encima de la ley que en cambio cae implacable sobre los ciudadanos, esos pobres idiotas.

Ucrania

Desertores

Polonia va a comenzar a extraditar a los ucranianos en edad militar que han cruzado la frontera huyendo del frente. Son ochenta mil y se espera que Ucrania empiece también a enviar peticiones de extradición al resto de países de la UE donde hay ucranianos en situación irregular. Hombres entre los dieciocho y los sesenta, que son los nuevos cuarenta para enfrentarte a los tanques rusos. Muchos de ellos huyeron aprovechando la corrupción de su propio país. Aunque parezca que desertar es un derecho humano básico, el ser prófugo del servicio de armas no basta para obtener la condición de refugiado. Se extiende así a las sociedades libres la lógica perversa de la guerra, un lugar en el que se insta constantemente al enemigo a desertar mientras se dispara por la espalda a quien huye de tus propias filas.

Almeida

Más precisión

La DANA deja tres muertos, tres desaparecidos y una escena doble e inolvidable. Por un lado, Ayuso anunciando que pide la declaración de zona catastrófica en varios municipios de Madrid arrasados por la lluvia. Por el otro, Almeida pidiéndole a Aemet que afine sus previsiones porque al final no llovió tanto en Madrid capital -lo hizo dramáticamente 50 kilómetros al suroeste- y él le dijo a la gente que se quedase en casa, con el consiguiente perjuicio económico para la ciudad. Si lo del personal quejándose por el aviso de Protección Civil en el móvil ya era bueno, lo de Almeida es mejor. El político que en su día se equivocó al elegir entre Casado y Ayuso, y mira que tenía solo dos opciones, exigiéndoles a los físicos precisión.