Sonrisas y lágrimas

JUAN CARLOS GIRAUTA-ABC

  • O sea, tía, hemos simulado que tocarle el culo de pasada a la secretaria y violarla con una navaja en el cuello son lo mismo

Te cuento primero lo de TikTok, la plataforma de los zagales. No digo que es el futuro porque todo el que vende algo ya está ahí. Es el presente y pronto será el pasado, como todo. Es asimismo la principal aportación de China a la civilización posmoderna, descivilización, civilización en deconstrucción, alegre renuncia a la esfera privada, o como quieras llamar al tema de nuestra disolución. Sita la sede de la empresa propietaria en Pekín, sus usuarios pueden dormir tranquilos, saben que en aquel régimen de libertades se mima la privacidad. Más receloso, yo ya no soy partidario de visitar redes sociales. Su tendencia a banalizar cuanto las roza, así se trate de teología revelada, es estructural. Descartada la socialización virtual, me estoy replanteando la real. Al grano.

Es el caso que una muchacha muy joven de expresión bondadosa (al menos en la foto) está en un directo de TikTok cuando, de repente, irrumpe su maromo y la abofetea. Consciente del invisible público, ella lo echa a broma, pero sus lágrimas delatan lo que hay. El maromo, que se hace llamar Lucifer –ojo al dato–, es detenido mientras ella insiste en que todo fue un montaje. He ahí el sometimiento máximo: argüir representaciones. Y ahora procedo con el símil.

Llegarán las violadas de la ley Sisí. Sí, las violadas y abusadas vendrán porque la estocástica no falla, y veo el llanto, y veo a los responsables que pudieron evitarlo y no quisieron. Se me aparecen las gobernantas luciferinas, cuyo ascendiente sobre las mujeres quisieran tan severo como para que las víctimas de lo suyo culpen a los jueces por no avenirse al constructivismo jurídico, al uso alternativo del derecho, los muy cafres. Hay que ser fascista para obedecer el Pacto de Derechos Civiles y Políticos. Ya, derecho interno, ¡Y qué! ¡Tiquismiquis, tocapelotas! –gritan las luciferinas cuando se les reprocha haber olvidado la cláusula transitoria. ¡Condescendientes, guardaos el ‘mansplaining’! Y tal.

Querrán a las violadas con sonrisas y lágrimas, Edelweiss, avalando que lo de sus representantes luciferinas era «un montaje». Una catarsis, algo más allá de lo jurídico, una gran ‘performance’ sobre problemas que existen y de los que no se quiere hablar. O sea, tía, hemos simulado que tocarle el culo de pasada a la secretaria y violarla con una navaja en el cuello después de darle una paliza son lo mismo, porque la verdad es que tocar el culo sin que te lo pidan es un abuso… quiero decir una agresión… y todo esto en el fondo es terrorismo. ¿Por qué no imaginamos un Código Penal de un solo delito? A eso nos referíamos, a plantearnos cosas, no culpemos al actor de lo que hace el personaje, la intención era buena. Si pudiéramos formar a los jueces y juezas en los valores que les faltan, no habrían sido tan estrictos. Es que no entendemos cómo os ponéis así, tías, en serio. ¿Por qué no sonreís? ¿Por qué sois todo sombra?