Santiago González, EL MUNDO 04/01/13
No se hace usted idea, admirable señor Rubalcaba, de la impresión que me produce el estado actual de su partido y la falta en él de algo que parezca remotamente liderazgo. Verá, uno es partidario de tener dos piernas para poder caminar airoso; contra el criterio de los tuertos vocacionales, de tener dos ojos para gozar de visión estereoscópica, dos brazos y así sucesivamente. Para la convivencia democrática también sería preferible que hubiera al menos dos grandes partidos. Serían deseables más, pero nunca menos: uno que gobierna y otro que podría llegar a hacerlo. De ahí que mire con perplejidad el espectáculo que se está desarrollando en el interior de la familia socialista, con una ocurrencia cada día o, lo que es casi peor, el descubrimiento de un valor tapado para sustituirlo en la Secretaría General: una mujer del PSC, un joven vasco, un ex lehendakari. Ocurrencias de publicista. Ahí tiene como adversario a Tomás Gómez, que les pareció a todos ustedes un valor seguro por haber ganado dos veces en Parla con el 73% y el 75% de los votos.
Recuerdo unas palabras suyas de cuando era vicepresidente que vendrían muy bien para poner un poco de orden en el carajal de su partido: «quien le echa un pulso al Estado pierde». Era el 4 de diciembre de 2010, durante la huelga de los controladores. Cuando usted dijo eso, hacía ya seis meses que un president del PSC había negado acatamiento a la sentencia del TC sobre el Estatut. El sustituto de Montilla se le puso jaque al presidente Rajoy en su despacho, mientras a usted le hacen mangas y capirotes desde los cuatro puntos cardinales de su España, que cantaba Manolo Escobar: Griñán por el Sur; Pere Navarro anuncia desde el Este que el PSC no pondrá palos en las ruedas del referéndum ilegal; la esposa de Eguiguren ha tomado el relevo a su marido y aprueba a Bildu el presupuesto en Guipúzcoa, mientras un líder tan improbable como el alavés Txarli Prieto se trabaja la grafía de su nombre de pila abogando por el pacto con la misma izquierda abertzale que aún no ha condenado el asesinato de un líder socialista alavés llamado Fernando Buesa Blanco.
En su partido no hay mavericks, Alfredo; es un rebaño. No llamemos versos sueltos a esa deslavazada sopa de letras. «Cosas de Jesús» se decía con cada pata de banco del ex presidente del partido sin que nadie le llamara al orden; cosas de Rafaela, cosas de Txarli, más cosas de Pere, pero tengo para mí que ese es el camino prefijado. Cuando a Patxi López le preguntaron en Gara (13 de noviembre de 2005) por la posibilidad de futuros pactos, incluso con Batasuna, respondió: «democracia es, entre otras cosas, libertad de pactos, libertad de alianzas y posibilidad de alternancia. Que cada uno lo interprete como quiera».
Tiene usted un partido, pero no una organización y no hay razón para suponer que algún día podrán volver al poder, sólo por el desgaste del PP, lo cantan las encuestas. Sobran ocurrencias y falta algún pequeño detalle: ideas, sensatez y liderazgo. La función y el espacio de los partidos no son para siempre. Piense en Izquierda Republicana.
Santiago González, EL MUNDO 04/01/13