Editorial, LA VANGUARDIA, 24/12/11
Soraya Sáenz de Santamaría y Carme Chacón pertenecen a la cosecha de 1971. Cuarenta años; apenas tres meses mayor la del Baix Llobregat que la vallisoletana. Madurez con toda una vida por delante, dicen. Las dos son abogadas. Las dos rompieron aguas en acto de servicio. La catalana dio a luz dos meses después de ser nombrada ministra de Defensa y la castellana hizo lo propio en plena campaña electoral. Pero mientras la primera acaba de convertirse en la vicepresidenta con mayor mando en plaza de la democracia, la segunda intenta recuperar el poder desde el escaño. La de Esplugues ha iniciado su asalto a la secretaría general del PSOE como si comandara una bandera de la Legión; lanzando un manifiesto obús que hace trizas la gestión de los gobiernos Zapatero de la última legislatura. Manda carallo, que diría el de Pontevedra. Curiosa manera de proceder la de la ex ministra, que debía estar de simple oyente en el Ejecutivo. Y pobre ex presidente, que ve cuestionado su último y agónico mandato por una de sus colaboradoras favoritas y de primera hora, aunque no apareciera en la foto de Vogue del 2004. A ella debió de darle lo mismo no figurar en aquel reportaje impagable de las ocho fantásticas, porque cinco años después estrenaría, en plena Pascua Militar, un fantástico modelito de Purificación García. ¿Recuerdan? Traje chaqueta formato esmoquin, con blusa blanca de cuello mao de color negro, como la franja que cubría la botonera. Su adversaria Soraya también ha posado, incluso con vaporosas gasas, pero se ella solita se llevó una portada espléndida de Elle. Aunque lo mejor fue la entrevista. «A mí no me ve llorar ni mi marido (…) que friega y pasa el aspirador más que yo». Glubs. Ojo al dato, Chacón.
Editorial, LA VANGUARDIA, 24/12/11