LIBERTAD DIGITAL 23/02/17
PABLO PLANAS
· ¿Y el referéndum? Tiempo al tiempo y paso a paso. Las competencias exclusivas y excluyentes sobre la lengua son una auténtica ganga.
De lo trascendido en las últimas horas en materia catalana se deduce que Puigdemont miente y que Rajoy toíto se lo consiente menos que le miente el referéndum. En la pugna por el relato, la operación Diálogo del Gobierno gana por goleada. El Govern está roto. Puigdemont es un florero en manos de Artur Mas y el tonto útil en las de Junqueras. O al revés, tanto monta. La unidad soberanista es la fábula del escorpión y la rana.
Mucho se ha hablado de las virtudes de la actitud contemplativa de don Mariano a la hora de abordar el expediente catalanista. Gracias a esa táctica no sólo se llevó a cabo el 9-N, el menor de los detalles, sino que persisten la inmersión lingüística, el adoctrinamiento escolar, la manipulación mediática, la historia falsificada, el odio a España, etcétera, etcétera.
Sin embargo, dista de estar claro que su actual resolución para abordar el conflicto vaya a contribuir a la disolución del grano. Es evidente que se ha cargado a Puigdemont, cuya credibilidad es nula tras haber perjurado, mírame a los ojos, que no se había reunido con el inquilino de La Moncloa. También resulta obvio que Rajoy parece dispuesto a pagar un precio en el que se incluiría la venta de España al diablo.
Según el argumentario del Gobierno, el susodicho está dispuesto a negociar 45 de los 46 puntos del memorial de agravios del catalanismo. Todos menos el del referéndum, que consta el último pero es el primero. Las reivindicaciones incluyen la renuncia absoluta, completa, definitiva y total del Estado a las mínimas competencias que no ejerce sobre lengua, enseñanza y cultura. Y dado que no las ejerce, ancha es Castilla.
El último capítulo conocido de esta serie es el almuerzo de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría con una estupefaciente congregación denominada G-16. La cosa es la suma de las entidades más distinguidas del Principado. A saber: el Real Automóvil Club de Cataluña, el Orfeó Català, el Ateneu de Barcelona, el Club de Polo, el Centre Excursionista de Catalunya, el Barcelona, el Espanyol, el Club Natación Barcelona, el Tenis de Barcelona, la patronal Foment, ex Fomento Nacional del Trabajo, el Instituto Agrícola Sant Isidre, la Cámara de Comercio y los Círculos Ecuestre, de Economía, del Liceo y el Artístico. La repera para perorar con la vice. Sólo faltaba el Círculo Vicioso.
El resumen de la comida (de tarro) es que los interlocutores del Gobierno representan a toda Cataluña y que no son ni mejores ni peores que sus pares de la peña gastronómica de Almendralejo o el consejo regulador del tinto de Valdepeñas, sino «diferentes». Otra cosa, oiga usted, señá Soraya. ¿Que no? Venga a nuestra próxima calçotada y verá cómo chupamos la cebolla temprana.
Los distinguidos príncipes de la sociedad civil agasajaron a la vicepresidenta con unas selectas alcachofas de El Prado de Llobregado mientras glosaban las grandes ventajas de la escolarización monolingüe, el NODO de TV3 y la discriminación lingüística como hecho diferencial. ¿Y el referéndum? Tiempo al tiempo y paso a paso. Las competencias exclusivas y excluyentes sobre la lengua son una auténtica ganga.