Juan Carlos Viloria-El Correo

  • «Quien calla otorga», acuñó Alberto Núñez Feijóo mirando al silente Pedro Sánchez

Uno de los socialistas que se ha posicionado críticamente con la disposición de Pedro Sánchez a pactar una amnistía que beneficie a los condenados e imputados en el ‘procés’, me comentaba hace días que ya estaba descontado que se cerraría ese acuerdo, pero que al presidente en funciones le tenía que costar sangre, sudor y lágrimas. La investidura de Feijóo, que se quedará en la orilla, sirvió para cumplir en parte ese objetivo. A partir de la poderosa presencia del candidato del PP en la tribuna del hemiciclo, la opinión pública ha podido conocer con más detalle el alto coste que los independentistas y el resto de los socios de Sánchez le van a exigir para respaldar su investidura. La dialéctica de Feijóo, una acabada muestra de sorna y bisturí, de talante y talento parlamentario, consiguió desmontar la fontanería propagandística del llamado «bloque progresista».

Si este viernes, como todo parece indicar, la candidatura del político gallego no alcanza la mayoría, su intervención habrá logrado otros objetivos. Primero, poner negro sobre blanco que amnistía y referéndum de autodeterminación entran de lleno en la negociación para la investidura de Sánchez. El silencio de los socialistas, o su intento de torpedear el pleno activando a Óscar Puente y su dialéctica arrabalera, se encontró con un temple gallego que no entró al trapo de la provocación y no perdió de vista su objetivo de contraponer su moral política y líneas rojas a la hora de pactar por el poder con los del próximo candidato socialista. El político gallego también exhibió su capacidad para dejar al descubierto las contradicciones, incoherencias y discordancias entre los múltiples asociados a la eventual presidencia de Sánchez. Fue como pintar un fresco en el que aparecen los puntos débiles de alianzas forzadas entre PNV y Bildu o entre ERC y Junts.

En 48 horas de exhibición de parlamentarismo de altura política y dialéctica, Feijóo no solo desmontó el imaginario progresista, sino que hizo que se desvaneciera el discurso sobre su falta de liderazgo o dependencia de Vox. El fantasma de Ayuso, que Rufián y otros diputados agitaron como amenaza al liderazgo del gallego, se fue desvaneciendo ahogado por la entrega entusiasta de un grupo parlamentario también sorprendido por la fuerza dialéctica de su propio candidato. El grave error de Sánchez de no comparecer en la tribuna y contrarrestar los argumentos de Feijóo no favoreció en nada su imagen, sino que dejó un rastro de opacidad, oscuridad y silencio sobre sus pactos que solo arroja sospechas sobre sus planes futuros. «Quien calla otorga», acuñó Feijóo mirando al silente Sánchez.