Sortu se adueña de la manifestación de Bilbao

EL CORREO 12/01/14

· Malestar en el PNV, que secundó incómodo una masiva marcha que, pese a que debía ser silenciosa, se convirtió en un grito por los presos.

· Familiares de reclusos con el pañuelo de Etxerat invadieron la calzada nada más arrancar la marcha.

Familiares de reclusos con el pañuelo de Etxerat invadieron la calzada nada más arrancar la marcha.
Familiares de reclusos con el pañuelo de Etxerat invadieron la calzada nada más arrancar la marcha.

 

La manifestación de Bilbao, convocada conjuntamente por PNV, Sortu y el resto de fuerzas políticas y sindicales nacionalistas como respuesta «excepcional» a la prohibición judicial de la marcha por los presos convocada anteriormente por ‘Tantaz tanta’, se convirtió finalmente en patrimonio casi exclusivo de la izquierda abertzale, que logró convocar al grueso de su base en las calles de la capital vizcaína y convertir lo que debía ser una protesta silenciosa en un acto, multitudinario como pocos, de exaltación de los reclusos de ETA.

Decenas de miles de personas –más de 100.000 según la Policía local– abarrotaron la plaza de La Casilla, la calle Autonomía, Hurtado de Amezaga y la plaza Circular hasta el Ayuntamiento en una auténtica exhibición de fortaleza de una izquierda abertzale crecida, como demostraban las esporádicas consignas de ‘Velasco, eskerrik asko’, en referencia al juez de la Audiencia Nacional que el pasado viernes vetó la convocatoria original por considerarla continuadora de la estrategia de la plataforma suspendida Herrira. El auto logró lo que parecía inimaginable y movió al PNV transversal de Ortuzar y Urkullu a recuperar la colaboración política con la izquierda abertzale, una unidad de acción inédita desde los tiempos del pacto de Lizarra. Pero, una vez más, los jeltzales salieron escaldados tras compartir calle y pancarta con Sortu porque, pese a haber pactado que la marcha discurriera en silencio, las consignas a favor de los reclusos no cesaron en todo el recorrido. Un trayecto que los líderes de la formación nacionalista cubrieron con cara de póker y evidente incomodidad, como admitían después en privado.

Con puntualidad, la manifestación partió apenas un minuto después de las seis de la tarde desde los aledaños del pabellón de La Casilla. Tras la sencilla pancarta con el lema –‘Derechos humanos. Acuerdo. Paz’– que sostenían dos militantes de cada una de las fuerzas convocantes, se situaron las cúpulas dirigentes que habían llamado a sus afiliados y simpatizantes a secundar la marcha. Aunque con un simple vistazo al metro y a las calles adyacentes, atestadas de gente desde mucho antes, podía comprobarse que eran las bases de la izquierda abertzale quienes, masivamente, habían respondido al llamamiento. La incertidumbre se había mantenido hasta media hora antes, cuando el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno comunicó oficialmente la autorización de la marcha al considerar que los convocantes y los objetivos eran «distintos» a los del acto prohibido.

En todo caso, costaba encontrar manifestantes jeltzales, más allá de la amplia representación, de primerísimo nivel, que Sabin Etxea envió a la protesta, encabezada por su presidente Andoni Ortuzar, los cinco líderes territoriales –Itxaso Atutxa, Joseba Egibar, Xabier Agirre, el navarro Manu Aierdi y la vascofrancesa Txaro Goikolea– y los burukides del EBB Koldo Mediavilla, Joseba Aurrekoetxea, Pilar García de Salazar, Aitor Olaizola e Iñaki Goikoetxeta. Casi el 80% de la dirección peneuvista, que estuvo acompañada, además, por el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, y varios de sus diputados forales, la presidenta del Parlamento vasco Bakartxo Tejeria y la teniente de alcalde de Bilbao Ibone Bengoetxea, entre otros altos cargos y dirigentes. No estuvo, sin embargo, el Gobierno vasco, que ya había anunciado que no tenía previsto participar. La izquierda abertzale, como es evidente, envió a su plana mayor: Hasier Arraiz, Rufi Etxeberria, Pernando Barrena, Joseba Permach, el diputado general de Gipuzkoa, Martin Garitano, y algunos de los presos de ETA excarcelados tras la derogación de la ‘doctrina Parot’ compartieron recorrido con la cúpula jeltzale, con los líderes de EA, Aralar y Alternatiba y las delegaciones de ELA y LAB encabezadas por ‘Txiki’ Muñoz y Ainhoa Etxaide.

Sin embargo, cuando la cabecera no había hecho sino echar a andar por la calle Autonomía, un nutrido grupo de familiares de presos con la pañoleta blanca de Etxerat al cuello y pancartas con las habituales leyendas contra la dispersión invadieron la calzada, habitualmente despejada en este tipo de marchas. En la de ayer, había bastante más gente que en cualquiera de las últimas y, aunque la multitud se agolpaba en las aceras, el carril central era también un caos. Ahí empezaron los gritos de ‘Euskal presoak Euskal Herrira’ y ‘Euskal presoak etxera’, aderezados con aplausos e irrintzis, que ya no cesaron durante todo el recorrido, salpicado de abundante iconografía relativa a los presos de la banda. Había algunos carteles con fotografías de reclusos, pegatinas de diverso pelaje con la común reivindicación de la amnistía, una gran pancarta alternativa en la que se leía ‘Askatasuna’ (Libertad), adhesivos y carteles con las gotas con las que los organizadores de la marcha vetada de ‘Tantaz tanta’ pretendían crear «un mar» en defensa de «los derechos» de los presos y panfletos y octavillas con el viejo logotipo de Gestoras pro Amnistía.

Además, en medio de una curiosa amalgama de ikurriñas, enseñas republicanas y saharauis y banderas de los presos, entremezcladas con alguna bufanda del Athletic, se pudo ver a numerosos voluntarios con camisetas de la suspendida Herrira que hacían sonar sus bolsas de monedas y aprovechaban la ocasión para sus colectas y para vender boletos a un euro de un sorteo «por los presos». De vez en cuando, consignas esporádicas a favor de la independencia, en defensa de la puesta en libertad de los interlocutores del EPPK detenidos e, incluso, algún insulto aislado al PNV al que tildaron de «español».

Indignación jeltzale

Lo único que no hubo fueron gritos a favor de ETA o altercados durante el recorrido, en el que dos vehículos de la Policía municipal abrieron paso a duras penas a la cabecera. El único consuelo para un PNV que reconoce que una de las principales razones que le llevaron a convocar el acto con la izquierda abertzale fue tratar de controlar una situación imprevisible en la que, a buen seguro, se habría visto obligada a intervenir la Ertzaintza por orden de la Audiencia Nacional. No obstante, aun logrado el objetivo principal, los principales dirigentes jeltzales no escondían ayer su malestar y, en algunos casos, su indignación por la patrimonialización de la marcha.

«Berriro ere manipulazioa. Nazka» (Otra vez manipulación. Asco), escribió el parlamentario Iñigo Iturrate en su página de Facebook. Es más, los burukides pidieron explicaciones a la dirección de Sortu por la falta de respeto al formato pactado –lo único que se mantuvo fue la decisión de no leer un comunicado final–, pero la izquierda abertzale adujo que no estaba en sus manos garantizar el silencio en una marea humana de tales dimensiones. Eso sí, cariacontecidos, los dirigentes jeltzales –que se escabulleron rápidamente de la escalinata del Ayuntamiento tras despedirse con dos besos de la cúpula de Sortu– aseguraban que la fotografía de ayer es «puntual y excepcional». «Les queda mucho camino por recorrer aún», puntualizaron, en referencia a sus compañeros de pancarta.

EL CORREO 12/01/14