ABC 29/08/13
Se trata no sólo de continuar con la agenda de agitación social diseñada por ETA, sino también de redactar una historia que legitime a los terroristas
EL Servicio de Información de la Guardia Civil tiene constancia de que Sortu ha asumido la organización del próximo «Gudari Eguna» o «Día del Soldado», acto con el que la izquierda abertzale homenajea a los terroristas de ETA. Hasta 2011, era EKIN, brazo político tradicional de ETA, quien se encargaba de esta celebración. Tras la extinción de esta formación ilegal, es Sortu la que ocupa su lugar, aprovechando la carta de legalidad que le extendió el Tribunal Constitucional y el poder político conseguido a nivel local. Obviamente, Sortu sabe que no puede incurrir en los burdos enaltecimientos de asesinos, como hacía EKIN, y por eso ha dispuesto un guión más sofisticado y perverso, consistente en mezclar a los etarras muertos con los caídos en la Guerra Civil y en el franquismo. Se trata no sólo de continuar con la agenda de agitación social diseñada por ETA hace décadas, sino también de redactar una historia que legitime a los terroristas, poniéndolos a la altura de los caídos en una contienda militar. Es la nueva versión del «conflicto vasco», en la que ETA se transforma en uno más de los bandos enfrentados.
Además, como ETA siempre ha encontrado cómplices acomodaticios en la sociedad vasca, Sortu quiere implicar en los actos del próximo 27 de septiembre a organizaciones teóricamente ajenas a la izquierda proetarra. La larga vida de ETA se explica razonablemente con tantos necios y serviles como los que ha encontrado en los pliegues de la vida vasca. Cada vez que se exhibe con actos así, la izquierda abertzale muestra con mayor claridad que su objetivo es que ETA no acabe con una derrota, sino con una apacible transformación en fuerza tutelar de la vida política vasca, premiada con la impunidad por el solo hecho de perdonar la vida a los que no son nacionalistas. La ausencia de atentados adormece muchas conciencias y debilita la memoria de todo el sufrimiento aún vivo causado por los terroristas. Las víctimas tienen razón al dolerse por la sensación de que ETA puede acabar logrando sus objetivos. Uno, sin duda, lo están consiguiendo, que es el del olvido de amplios sectores del País Vasco, que no tienen problema alguno en aceptar de «txupinera» a una filoetarra mientras ETA no vuelva a matar. Al final, sí hay quienes están dispuestos a pagar un precio por una paz falsificada. El Gobierno, además de estudiar la ilegalización de Sortu, debe perseverar en su política de no negociar un ápice con los terroristas, que era de lo que se lamentaba Arnaldo Otegi en la cárcel. ETA no se ha disuelto, no ha pedido perdón, no ha entregado una bala. No es paz lo que proponen, sino el desistimiento del Estado.