La izquierda reaccionaria y farandulera ha elegido a Isabel Díaz Ayuso como objetivo a batir. Ana Belén, antes de protagonizar la edición 2024 de los Goya, ya había dejado su contribución a la cacería en una entrevista confabulada con Jordi Évole. La actriz y cantante respondió al “libertad o comunismo” de la presidenta madrileña con un leninista “¿libertad en qué?”. La historia no se repite, pero rima. En 1921, el Psoe encargó al liberal Fernando de los Ríos comprobar sobre el terreno las prácticas del comunismo en la recién creada Unión Soviética. Durante el viaje, pudo interrogar a Lenin acerca de las tropelías que vio. El sanguinario sátrapa ruso le respondió “el problema para nosotros no es de libertad”, y añadió su famoso “¿libertad para qué?”. Hay tradición.
Contra Ayuso, Ana Belén se preguntó sorprendida en laSexta por “a quién le ha hecho daño el comunismo, aquí, en España”. Recurría a una falacia de brocha gorda muy repetida, la de un supuesto comunismo español bueno, franciscano. Siempre recordaré cómo el camaleónico Santiago Carrillo era capaz de veranear hasta 1978 en familia con los Ceaucescu, sanguinarios dictadores comunistas de Rumanía, y volver a España para, sin inmutarse, fabricar la imagen del buen comunista. Como la expresidenta del PCE, La Pasionaria, que en 1977 aterrizó en Barajas procedente de Moscú, donde durante décadas colaboró con el estalinismo criminal desde el Komintern. “Sí, sí, sí, Dolores a Madrid”, cantaba entusiasmada Ana Belén.
Un catálogo de daños provocados por los comunistas españoles se puede consultar en El comunismo en España de Andreu Navarra, recién publicado. Es un texto muy útil para desenmascarar la mitificación de un pasado falseado, maquillado, al que se agarra la izquierda reaccionaria tras la caída del muro hace treinta años. Han fabricado un catecismo neocomunista con el que intentan aguantar a base de eternizar el antifranquismo como filón electoral. Había que oír en sede parlamentaria a Bolaños su “en cuarenta años Franco no pudo con nosotros”. ¿A qué “nosotros” se refiere el inefable superministro? En la entrevista de Évole, ni música ni cine, sí una demostración de activismo político que, aunque lo ignoren, bebe de las viejas prácticas del comunismo: ellos deciden quién es progresista y quién forma parte de la fachosfera.
Con qué ingenuidad recordaba hace unos días la nieta de Pasionaria que aquel Frente Popular de su abuelita era como la “mayoría progresista” actual de Pedro y Yolanda. Pues, eso
Nada que no se ejercitara ya hace 100 años, cuando el estalinismo decidía quiénes eran fachas, incluidos los socialdemócratas calificados como socialfascistas, hasta que, a partir de 1934, les interesó ampliar “el frente”. Qué bien lo analiza el historiador italiano Emilio Gentile en Quién es fascista (2019), donde demuestra cómo los comunistas utilizaban prácticas fascistas disfrazadas como antifascismo. Entonces, todos los críticos con Stalin eran identificados como “la derecha”, hoy, sus herederos neocomunistas reproducen la artimaña. Con qué ingenuidad recordaba hace unos días la nieta de Pasionaria que aquel Frente Popular de su abuelita era como la “mayoría progresista” actual de Pedro y Yolanda. Pues, eso.
Todos los esfuerzos de la cofradía neocomunista -artística, cultural, académica, literaria- están orientados a la banalización de los pactos con el supremacismo secesionista para evitar que gobierne “la derecha”. La filósofa de origen alemán Hannah Arendt, para el contexto de la Alemania de los años 30, explicó su concepto de la banalidad del mal como una forma de hacerse el tonto ante ataques graves a la convivencia democrática. De eso va la izquierda reaccionaria en España. La enfermiza obsesión anti-Ayuso les retrata. Ana Belén solo reproduce un parloteo absurdo sobre un supuesto asalto al Estado de bienestar en Madrid, justamente donde los hechos muestran los mejores resultados en sistemas de salud y enseñanza públicos, es decir, gratuitos.
Las campañas contra Ayuso se les vuelven en contra, pero insisten. Parecían más listos. En la gala de los Goya exhibieron de nuevo el elitismo que arrastran hace décadas. Plantaron en medio de la pista el sofá con olor a naftalina de Almodóvar -el de “oigo rezos contra la amnistía”- y pusieron por enésima vez el letrero “esto es nuestro, bonitos”, a lo Carmen Calvo. De paso, ignoraron con desprecio a los agricultores, que cuentan con la simpatía del 85% de los españoles, y la necesidad de una política nacional -¡nacional!- de transición agraria que les respete.
Basta mirar ahora a Galicia
Lo cierto es que todo este conglomerado comunistoide estaría de retirada, como en toda Europa, si no fuera porque el Psoe como socialdemocracia liberal ha desaparecido. Si hay dudas, basta mirar estos días a Galicia. El Partido Socialista se ha convertido allí en simple subalterno de la alternativa “Agora, repúblicas”, la alianza firmada de Erc, Bildu y Bng. El próximo domingo electoral, la disputa es entre la España constitucional federal y la anticonstitucional confederal -¡repúblicas!- Un esquema que se repetirá en el País Vasco (abril) y en todo el país (junio). ¿Qué tiene que ver ese partido con don Fernando de los Ríos?