ABC 10/01/14
· Los franceses luchan por superar la psicosis terrorista y defienden a capa y espada la libertad de expresión
Cuando Christophe Coué se enteró de que unos terroristas habían atacado la revista satírica «Charlie Hebdo» lloró. Este parisino de 47 años ha vivido muchos años muy cerca de la sede de la publicación, en la Bastilla, y es un gran admirador de sus caricaturistas. «Yo me he criado leyendoo esa revista y hubiera preferido quee atacaran el edificio de la Bolsa antess que a “Charlie Hebdo”. Soy francés y para mí la libertad de expresión ess más importante que la economía», asegura a ABC. «Quizás a un norte- americano le hubiera dolido más unn atentado contra Wall Street, porquee es un símbolo para ellos, es parte dee su idiosincrasia, pero para un fran- cés, no; para nosotros lo más impor- tante es la libertad de expresión». A pesar de la tensión que se vive en las calles de la capital francesa, Christophe, como decenas de miles de parisinos, sigue acudiendo diariamente a su trabajo en la compañía Fly Emirates, cerca de Ópera, e intenta hacer vida normal. «Pero hay miedo, la gente toma precauciones y no se entretiene mucho por la calle». París lucha por mantener el pulso diario en medio de vehículos policiales que atraviesan las calles a toda velocidad con las sirenas ululando, miembros de las fuerzas de seguridad, arma en ristre, que piden la documentación a cualquiera que levante la más minimama sospecha, cordones policiales en muchas esquinas y ambulancias que se desplazan a gran velocidad. Aquí y allá se ven decenas de unidades móviles de los medios de comunicación que siguen las operaciones antiterroristas.
Maribel Parrado
Educadora en una guardería «Muchas madres musulmanas temen que los atentados se vuelvan contra su comunidad» Christophe Coué
Ejecutivo de Fly Emirates «Quizás a un norteamericano le hubiera dolido más un atentado contra Wall Street, pero para un francés es más doloroso que ataquen a una revista como “Charlie Hebdo”»
Ayer, al cierre de esta edición, cuando los tres terroristas habían sido abatidos, la operación «Vigipirate» lanzada por el Gobierno de François Hollande seguía plenamente vigente. 88.000 miembros de las fuerzas de seguridad continuaban desplegados por todo Francia, pero muy especialmente por la capital y el nordeste del país, los lugares elegidos por los terroristas para atacar y huir. La comisarías están cerradas al público. Para entrar hay que identificarse,id explicar detalladamente qué se desea y someterse a un cachcheo exhaustivo. Entrar en las lujosas galerías Lafayette tampoco es fácil: la Policía controla todos los accesos y pide la documentación. Ocurre lo mismo en cualquier centro comercial importante, en los transportes públicos, museos y centros escolares. Hay tensión, miedo, incluso psicosis, pero también un deseo enorme de seguir adelante, de vivir con normalidad y de pasar página.
Hacer vida normal
Maribel Parrado Granados tiene 46 años y lleva 26 viviendo en París. Trabaja en una guardería en Cormeilles-en-París, un barrio al noroeste de la capital con una presencia importante de población musulmana. «Procuramos que no nos afecte. No queremos que estos asesinos estén contentos, que piensen que nos han vencido; por eso intentamos hacer vida normal», explica a ABC Maribel. Pero a pesar de todo, las cosas han cambiado mucho desde el miércoles pasado en la guardería donde trabaja. «Hay vigilancia armada en la puerta a la hora en que entran y salen los niños, hay barreras en la calle para que ningún coche sospechoso se acerque a la entrada de la guardería; y, lo peor, hay muchas madres musulmanas asustadas que tienen miedo a que esta situación se vuelva contra ellos».
Esta española se siente ya francesa y entiende lo importante que es para su país de acogida la libertad de expresión. «Ayer mis hijos tuvieron varias horas de clase en la que los profesores les explicaron qué es la libertad de expresión y por qué es importante para Francia». Maribel Parrado se despide de ABC recordando que el domingo no faltará a la gran manifestación a favor de la libertad y de la democracia. «A partir de ahora Je suis Charlie », subraya Maribel.