Esta semana la vicepresidenta Calviño le dijo al alcalde Madrid: «tu jefe está desequilibrado», tras comentarle al propio Pablo Casado que estaba «asqueada» por lo que había dicho en una sesión de control, según reflejan los medios de comunicación.
¿Qué había hecho Pablo Casado? Parafraseó al propio Pedro Sánchez con su tristemente famoso «¿qué coño tiene que pasar?» de 2015 y le recordó que PSOE y Podemos siguen impidiendo que se investigue el abuso a menores tuteladas en Baleares pese al requerimiento de la UE, siguen intentando tapar el escándalo de abusos en Valencia y se mantienen de perfil con todos los problemas reales de los ciudadanos.
¿Desequilibrado? Sorprende la agresividad de las palabras de Calviño y contrastan con su absoluto silencio con sus compañeros y socios de Gobierno en su asalto a la seguridad jurídica, los insultos a la Constitución, a la transición, su desprecio a las víctimas del terrorismo, a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, a los jueces que no les blanquean, a medios de comunicación y periodistas y su antisemitismo. Tal vez esté tan acostumbrada a convivir en cada Consejo de Ministros con el desequilibrio que cualquiera que no defienda el retrogrado mensaje de la izquierda radical le parece desequilibrado. La normalización del totalitarismo de izquierdas como socio preferente del gobierno es un grave desequilibrio.
Desequilibrio es decir que los efectos en la economía de la pandemia serán «poco significativos» y «transitorios» (marzo 2020).
Desequilibrio es estimar que el PIB de España caerá un 9,2% en 2020 en septiembre de dicho año y que termine en un 10,8% de desplome, el peor de la Unión Europea y la OCDE.
Desequilibrio es hablar de recuperación en ‘V’ asimétrica y un aumento del PIB del 6,8% en 2021 y terminar por debajo del 4,8%.
Desequilibrio es repetir en todos los medios que «España liderará el crecimiento de la Unión Europea en 2021» en septiembre y que en diciembre seamos los últimos.
Desequilibrio es decir que la inflación será de un 3% en 2021 en septiembre y que se dispare al 5,5% en diciembre.
Desequilibrio es decir a los ciudadanos que la inflación es transitoria y por el fuerte crecimiento cuando la economía no crece, rebota y mal, y el consumo se estanca.
Desequilibrio es aumentar el déficit estructural a 55.000 millones de euros anuales, según sus propias previsiones, en 2023.
Desequilibrio es despilfarrar el mayor estímulo fiscal y monetario de la historia, con el BCE comprando el 100% de la deuda neta emitida -que le permite disfrazar el riesgo real- y dejar el mayor déficit estructural de la Unión Europea y el peor rebote a pesar de contar con ingresos fiscales récord. El hachazo del Banco de España a la recuperación de España es revelador. Un rebote de solo 4,5% para 2021 y un 5,4% en 2022. La economía recuperaría el nivel precrisis solo a principios del 2023. Si todo va bien.
Desequilibrio es implementar el programa económico que llevó a Grecia al desastre. Y esto en medio del mayor estímulo fiscal y monetario de la historia reciente.
Desequilibrio es subir los impuestos a todos los que producen y felicitarse porque España haya sido el país donde más ha subido la presión fiscal.
Desequilibrio es olvidar que tenemos mayor esfuerzo fiscal y presión fiscal normativa (IEE) que la media de la UE y la OCDE y seguir defendiendo subidas de impuestos y de gasto estructural.
Desequilibrio es decirle a la gente que hay «récord de empleo» inflando los datos de afiliación con un irresponsable aumento de contratación pública, contando a personas que no están trabajando porque están en ERTE y autónomos en cese de actividad.
Desequilibrio es hablar de récord de empleo con 4.992.251 demandantes de trabajo (noviembre 2021), disfrazar mes tras mes las malas cifras de paro con un enorme aumento de contratación pública y llamar «hito histórico de afiliación» a incluir a los que están en ERTE y autónomos en cese de actividad. Entre noviembre de 2019 y noviembre de 2021 el Gobierno ha disparado la afiliación en el sector público en 211.800 personas. En ese mismo periodo, la afiliación al sector privado ha caído en 68.133 personas, según datos del Ministerio de Trabajo.
Desequilibrio es vanagloriarse de un ‘récord de empleo’ donde el 60% es empleo público, ERTE y autónomos sin actividad, pero «afiliados», mientras quedan 3,2 millones de personas en paro.
Desequilibrio es pasarle al contribuyente el aumento de gasto político innecesario, con el Gobierno más caro de la historia, y disparando el gasto y número de asesores para que digan que todo va bien.
Pero sobre todo, estimada vicepresidenta, desequilibrio es rechazar coordinar un plan de recuperación que le ofreció el líder de la oposición y que usted habría firmado antes de participar en este gobierno repleto de desequilibrios radicales retrógrados.
No hay mayor desequilibrio que renunciar a todos los principios de prudencia y disparar el gasto corriente sin rentabilidad económica real fiando toda la consolidación fiscal a unos ingresos fiscales que solo pueden crecer y multiplicarse, como si nunca hubiese recesiones. Le recomiendo que lea el estudio firmado por el doctor por Harvard y profesor del IESE, Pablo Fernández, titulado El Estado español está en quiebra. España todavía no (noviembre 2021).
Desequilibrada está la acción de Gobierno, que ha aprovechado una crisis sanitaria para acelerar un modelo intervencionista y destructor de la economía promovido por sus socios de gobierno. Como explica la doctora y profesora María Blanco en su libro Votásteis Gestos, Tenéis Gestos (Deusto) «en los últimos años, el Gobierno español se ha dedicado a la escenificación, a las mentiras y a la normalización del abuso del poder».
Desequilibradas están las cuentas públicas. Afortunadamente, las equilibrará la misma persona a la que usted llamó «desequilibrado».