EL MUNDO 03/06/14
ARCADI ESPADA
ABDICAR ES ceder. Siempre. De ahí que ni los reyes ni los papas cedan. Los que ceden son los vulgares demócratas y para ellos fue dispuesto el verbo dimitir. En algún lugar leí ayer que el Rey dimitía. Probablemente el oxímoron más gigantesco de la historia de España. Habían asegurado que el Rey quería morir en el trono. Pero no pudo ser, que dice la prensa deportiva. La abdicación es la última de la larga serie de modernidades de la monarquía española. No será ajeno a ella el hecho de que hace diez días el Rey abriera cuenta en Twitter. Yo estoy más o menos de acuerdo con el sentir proclamado de que Juan Carlos I ha sido el mejor Rey de la historia española. Aunque se convendrá que, dada la historia moderna de España, eso no sea decir mucho. Pero su final no ha estado a la altura de la obra. Cuando el presidente Rajoy, impecable en fondo y forma, anunció que el Rey hablaría en la mañana pensé que iba a decir que se estaba muriendo. Pero qué va. En los últimos tiempos nunca pareció mejor. No dio sus enfermedades como causas. El relevo generacional, eso dijo. El Rey hablando como un funcionario sesentón.
No.
El Rey se ha ido en el mal momento. La crisis. El populismo. La secesión. Un Rey sólo puede ceder, si acaso, ante el sosiego y la prosperidad. El Reino vivía una larga paz, estos comienzos de capítulo de la Historia. ¿Qué es, en cambio, lo que el Rey deja a su hijo, Felipe VI? Voy a decirlo. Una Cataluña que sea su 23-F. Y una reforma de la Constitución que sea su referéndum legitimador. Que la fuerza le acompañe. La herencia es envenenada porque sitúa a la Corona, y al joven Rey, en el centro del conflicto político. Exhibido y vulnerable. Tan exhibido y vulnerable como estuvo su padre aquella lejana medianoche de febrero. Los asuntos de los que se tenía que ocupar el tranquilo presidente del Gobierno, con el Rey en la penumbra, pasan a ser de pronto un asunto de la Monarquía, que emplaza y compromete a la Monarquía. No hay mejor y más sintética prueba que lo que hizo anoche el partido más votado en Cataluña: convocar rápidamente a los ciudadanos para que exigieran un referéndum sobre la forma de Estado. Secesión y sucesión. Nunca pensé que nuestro Rey, à la mode, nos urgiera también a votarlo todo.
La abdicación. Aquellos versos inolvidables y cautivos: Como si el hombre/ harto ya de luchar con sus demonios,/ decidiese encargarles el gobierno/ y la administración de su pobreza.