Sumar sin añadir

JAVIER REDONDO-EL MUNDO

Puede parecer una contradicción pero no lo es: si el PP sale a ganar, las posibilidades de Vox menguan porque aunque disponga de más espacio y argumentos para subrayar las diferencias entre ambas formaciones, sus votantes se ven sometidos a la tensión de calibrar prioridades: programa o Sánchez, última llamada. El dilema llega a la cúpula del partido, que resuelve aparentar sumar un poquito para que no se note que no es como anuncia. Así expresó y ordenó sus preocupaciones Abascal en Abc: le inquieta que la derecha no sume el 10-N pero antepone «el problema de fondo: que eso que se llaman opciones de centroderecha no sean más que salvavidas de la dictadura progre en muchas instituciones».

Vox se desmarca de aquella falaz campaña del 1+1+1 para el Senado. En abril se difundieron vídeos anónimos por wapp que explicaban, omisiones y trampas mediante (pues partía del errático supuesto de que los votantes del Partido Popular, Ciudadanos y Vox harían todos lo mismo), que si el elector ponía una cruz al primer candidato de cada uno de los tres partidos de centro, centro derecha y derecha, sumarían mayoría absoluta en el Senado. El llamamiento estaba orientado a que Vox reclutase votantes despistados o crédulos del PP y Cs y consiguiese algún senador. No obtuvo ninguno. Así que ahora propone presentar sólo un candidato por provincia. Vox sabe que seguirá sin senadores electos pero pretende eludir el reproche de que no ha contribuido al cepillo de España Suma.

La decisión de Vox de concurrir al Senado con un único candidato por circunscripción demuestra que el mensaje de Casado–originario de Álvarez de Toledo– se impone como marco mental aunque haya encallado como opción instrumental. El mensaje España Suma obliga a los partidos del bloque a pequeños gestos, disimulos o embozos en la dirección fijada. España Suma ya no serán unas siglas extendidas sino que constituye un lema de reclutamiento que envuelve un propósito asequible. En el PP piensan que el movimiento de Vox es en realidad una reincidencia, con el agravante de que Vox reconoce implícitamente lo «absurdo» de presentar listas al Senado.

Como en el PP no creen en la buena fe de la medida de Vox, le instan a que verdaderamente potencie las posibilidades del centro y la derecha retirando candidaturas al Congreso en las provincias donde carece de diputados. Según las cábalas del PP –que razonablemente niega Abascal, basadas en asumir que los votos de Vox caen a plomo en el saco del PP–, sin Vox, hubiera obtenido en abril entre 19 y 25 escaños más y que en una veintena de provincias el PP hubiera superado al PSOE. En un escenario –o clima– con el PP al alza, los populares subrayan que Vox puede servir otra vez de muleta a Sánchez. Y Vox no vende su rendición al PP.

Casado pretender aplicar a Vox el método Errejón. El líder de Más País se muestra mucho más dócil con el PSOE que Abascal con el PP; y, dicho sea de paso, mucho menos laborioso y cumplidor en la Asamblea de Madrid que Monasterio. Abascal se resiste porque desconfía del pedigrí del PP y, en el fondo, porque si transigiera con errejonizar su partido, revelaría que su eclipse constituye parte de la solución.