Alberto Ayala-El Correo

Sumar, la coalición de Yolanda Díaz que cuenta con el aval de Pedro Sánchez, rueda ya desde el domingo por la autopista política española. Y lo hace con el apoyo de todos los grupúsculos a la izquierda del PSOE, menos del principal: Podemos. ¿Balance apresurado del lanzamiento de la operación? Lo previsible. Díaz ha elegido un carril de moderación socialdemócrata frente al radicalismo podemita. ¿Y? Un notable desconcierto a izquierda y derecha. Deberán transcurrir semanas para que los sondeos intenten escrutar cómo han recibido los electores la nueva marca. Sin Podemos o, lo que en este momento parece improbable, con los morados de Pablo Iglesias dentro.

Pedro Sánchez, que en su día se alejó del centro convencido de que un PSOE posicionado en la izquierda que llegara a acuerdos con las fuerzas progresistas y nacionalistas sería imbatible para las cderechas, asume por la vía de los hechos que ya no está ya en condiciones de liderar un PSOE ganador en solitario como los de Felipe González o Zapatero. Que el poder sólo estará a su alcance en coalición con otros. Un presidente que ha pasado de liderar un Ejecutivo bipartito a un tripartito de facto PSOE-Sumar-UP, en el que el recién nacido de Díaz es su protegido y los morados, el adolescente castigado una y otra vez por barrabasadas como negarse a corregir la ‘ley del sólo sí es sí’.

La operación Sumar nace para las generales de noviembre-diciembre, los comicios que de verdad importan a Sánchez. Pero el 28 de mayo tendrán lugar unas municipales, también autonómicas en buena parte de las comunidades y forales en Euskadi. La papeleta de Yolanda Díaz no estará en los colegios. La de Podemos, sí, y con unos pronósticos nada positivos. De confirmarse, la vicepresidenta cree que ello podría rebajar las pretensiones moradas para adherirse a su operación. O, de quedarse fuera, y acudir a las generales por separado, que el roto sería menor. Cuestiones ambas que están por ver.

Quienes no ocultan los nervios son los alcaldes y los presidentes socialistas que se la juegan el 28-M. Gentes como la alcaldesa de Barcelona y los de Valencia o Sevilla. Y presidentes de autonomías como Extremadura, Baleares, Valencia, Asturias, La Rioja o Canarias. Si llega el batacazo podemita y varios barones socialistas pierden por ello el poder el PSOE se convertirá en un peligroso polvorín por más que Sánchez tenga controlada con mano de hierro la organización.

Las generales, con el PSOE y Sumar ya en liza, son otra apuesta de altísimo riesgo. En especial si Podemos acude con sus propias listas. Riesgo por exceso y por defecto. Tan peligroso resulta para Sánchez que Díaz salte la banca y robe demasiados votos al PSOE, como que se quede muy corta y apenas capte antiguos votantes podemitas. Si el PSOE no recupera, Sumar debe sobrepasar a Vox como tercera fuerza y lograr del 12% al 15% de los sufragios para que la suma de izquierdas dé.

A Feijoo le toca aguardar y, al menos, conservar los votos que ya ha birlado al PSOE. Para ello no parece lo más acertado insistir en los análisis catastrofistas ni recurrir en demasía a inexactitudes y/o falsedades.