Juan Carlos Girauta-ABC
- Cuando se consuman los planes de Castells y de Iceta, los títulos no significarán nada
Sostiene Castells que la memoria no tiene sentido porque ya está internet. Es una tesis interesante, y la comentaría si no la hubiera olvidado. Es lo que tiene la memoria, que si no la ejercitas se va quedando en nada. Si Castells fuera el señor del colmado o el lotero de la esquina no le daría más vueltas. Pero es el ministro de Universidades, y por mucho que se zafe de las obligaciones del cargo para hacerse invisible, su invisibilidad no es total. El hombre dice cosas y alguna influencia tendrá. Qué sé yo, alguien podría tomárselo en serio, por raro que parezca, y usar con habilidad el principio de autoridad: ¿Cómo me pregunta usted por el censo enfitéutico, profe?
¿Por qué iba yo a memorizar esas cosas existiendo internet? ¿Es que no conoce el criterio del ministro de Universidades, pedazo de carca?
Con la misma lógica, se ahorraría el estudio de la entera carrera de Derecho, llena de pesadeces, sin que tal omisión pudiera argüirse para negarle el título a esa tábula rasa. Pensarán que estoy llevando la cosa al absurdo, pero de momento ya están buscando la manera de rebajar la memorización en las oposiciones, ‘primando las aptitudes’. Aunque me malicio que lo que pretende Iceta, introductor de dicha novedad, es primar ciertas actitudes, con ce. O sea, ciertas predisposiciones ideológicas, para qué nos vamos a engañar. Porque un régimen se construye también favoreciendo la entrada en la Administración de funcionarios con los perfiles adecuados.
Cuentan los más viejos del lugar que otrora competían a menudo por las cátedras perfiles comunistas y perfiles del Opus. Al menos en las ciencias blandas. ¿Por qué? Porque tenían una cosa en común: ambos tipos se preparaban a fondo. Si eso es cierto, y no tengo por qué dudarlo, individuos que perseguían modelos de sociedad muy distintos optaban por una misma vía para acceder a puestos de influencia: el esfuerzo. Y una parte muy importante de tal esfuerzo lo constituía el ejercicio exigente y continuado de la memoria.
A base de retener figuras jurídicas, normas, doctrinas -y por seguir con el ejemplo del Derecho, que es el que me toca más de cerca-, uno llega a alcanzar objetivos tan valiosos como el de guardar en la cabeza para siempre la lógica del sistema jurídico, o como el de dominar un léxico amplio, rico y riguroso sin el cual carece de sentido cualquier discusión sobre materias que todos los días aparecen en los diarios. Por eso aquellos miles de horas de estudio memorístico que acompañan (o al menos acompañaban) a la carrera valen la pena aun cuando uno haya olvidado la mayor parte del contenido concreto de los libros que estudió. Cuando se consuman los planes de Castells y de Iceta, lamentablemente en línea con la pedagogía mayoritaria, los títulos no significarán nada. Y por el camino los progresistas habrán acabado con la más eficaz herramienta de promoción social conocida.