CARLOS HERRERA-ABC

  • El Gobierno debe creer que participar junto a EE.UU. en una misión de envergadura es respaldar a Israel

Aún estamos a la espera de confirmaciones o reivindicaciones, pero el atentado de Irán (casi cien muertos) nada puede tener que ver con Israel o EEUU. Pueden haber sido varios opositores internos, sean kurdos o extremistas sunníes. Fuera quien fuere, le viene de perlas al abyecto régimen iraní para apretar las tuercas en casa y justificar diversos atentados fuera de sus fronteras. Podemos estar ante un próximo recrudecimiento de las acciones de Hizbolá contra Israel y de los animales hutíes en el Mar Rojo, esbirros iraníes con los que el régimen de los ayatolás no disimula nada. Los hutíes, por ejemplo, están muy bien armados por Irán: lanchas rápidas con ametralladoras pesadas, con misiles portables y con los temibles drones que también utiliza Rusia contra Ucrania. Son actores no estatales armados por Estados criminales con pretensiones hegemónicas y expansivas, los cuales intervienen sin riesgo en conflictos regionales, desestabilizando la paz, la seguridad, el comercio internacional y el transporte de personas y mercancías. Esos esbirros de Irán son Hamás, Hizbolá, los hutíes, las milicias chiíes de Irak y alguno que otro mas. Alguno de esos ha felicitado al Gobierno español estos últimos días, lo cual es de preocupar. El veto español de Sánchez para participar con la fuerza internacional por la seguridad de las vías marítimas en el Mar Rojo es una vergüenza nacional e internacional de envergadura que no se ha destacado lo suficiente: mientras los hutíes disparan desde sus bases en el Yemen –incluso van a usar los viejos cazas F5 que abandonó la inexistente fuerza aérea yemení–, Sánchez y Yolanda juegan a «no provocar a Irán», todo ello dentro de esa alucinante y vieja complacencia de la izquierda española con los salvajes iraníes, que digo yo tendrá también que ver con el dinero sucio con el que les financió. España debe estar con Occidente y no de perfil, adoptando una postura que nadie se ha dignado a explicar –como el cambio de criterio sobre Marruecos y el Sáhara– en un Parlamento que solo abre para tramitar de urgencia la amnistía, deprisa, deprisa, que no llegamos a tiempo. Resulta vomitivo el rechazo del Gobierno a cualquier control democrático de cuestiones esenciales que tengan que ver con la política exterior de España.

El Gobierno debe creer que protagonizar junto a EE.UU. una misión de envergadura supone respaldar a Israel en el juego de carambolas de la zona, y Sánchez y Yolandita están con Hamás. Con la excusa de que esta acción retrasaría un alto en fuego en Gaza se evitan enfrentarse de verdad a los criminales de la zona, no digamos si las maniobras no se limitan solo a proteger a los buques de los ataques desde bases de Yemen, sino incluso a atacar las posiciones hutíes en ese país. No es de extrañar que los terroristas rebeldes del Yemen también, como Hamás, hayan felicitado a Pedro Sánchez por su postura, cosas ambas que no han despertado siquiera un rubor en las mejillas del incalificable Gobierno español.