Alberto Ayala-El Correo

El PNV y el PSE han protagonizado esta semana su primera trifulquilla relevante de la legislatura. Desencadenante, unas declaraciones del lehendakari Pradales asegurando que su posición sobre el TAV sigue siendo la del informe del Gobierno vasco de 2018 que apuesta por conectar la Y ferroviaria con Navarra por Ezkio-Itsaso, y que merecieron un público «tirón de orejas» de Eneko Andueza.

El incidente resulta un tanto sorprendente. Pradales no hizo sino recordar algo que es conocido. ¿Por qué se enfadó tanto Andueza? ¿Existe algún pacto privado para no hablar en público del asunto? Que eligiera la expresión «tirón de orejas» podrá gustar más o menos. Pero que los jeltzales tengan la piel tan fina con sus aliados, que no han dicho ni mu de lo bien que sigue funcionando la oficina de colocación de Sabin Etxea, ni del reciente ascenso de algún peneuvista condenado por corrupción en el ‘caso De Miguel’…

España estrenó la era de la alta velocidad ferroviaria en 1992 con la línea Madrid-Sevilla. Fue el regalo del presidente Felipe González a su ciudad natal con motivo de la Expo Universal. La elección pudo ser Barcelona, que también celebró ese año las Olimpiadas. Pero el terruño siempre es el terruño.

Tan pronto se conoció el proyecto sevillano, se abrió una guerra incruenta entre los gobiernos vasco y catalán para ver si el siguiente AVE conectaba a España con Francia por el Cantábrico o por el Mediterráneo. Ya saben quién ganó. El AVE Madrid-Barcelona arrancó en 2008. Treinta y tres años después de la inauguración de la línea a Sevilla, 29 capitales de provincia disfrutan de la alta velocidad, ninguna vasconavarra.

¿Culpables? Los sucesivos gobiernos españoles de PP y PSOE. Todos impusieron conexiones desde y hacia Madrid pese a que somos un Estado autonómico. Y prefirieron llevar el AVE a Valencia, a casi toda Andalucía, Castilla y León, Aragón, Asturias o Galicia. ETA puso también su sangriento granito de arena contra los intereses vascos. En 2007 declaró al TAV objetivo y colocó tres bombas. En 2008 asesinó al empresario guipuzcoano y militante jeltzale Ignacio Uria, de Altuna y Uria, una de las concesionarias del TAV. En este tiempo hemos pasado por crisis económicas. Sí. Pero resulta injustificable que sigamos sin fecha para la llegada del AVE. Y menos aún que siga sin decidirse si la Y conectará con Navarra por Vitoria o por Ezkio, en donde el Gobierno vasco ya ha gastado un buen puñado de millones en una estación. ¿Sin nada comprometido?

El Gabinete Sánchez dice que la decisión se tomará por razones económicas y medioambientales. Eso se llama Vitoria. Y por si alguien alberga dudas, el ministro Puente, así lo ha admitido. Dirigentes del PSN y del PSE han añadido que «la conexión con Pamplona será por Vitoria o no será». ¿Y las demás razones que llevaban a elegir Ezkio? ¿Guerra a la vista? ¿Tragará el PNV? ¿Lo hará el PSOE? ¿Cuánto más van a demorarse las obras? Al menos para que podamos viajar a Madrid en unas condiciones no tercermundistas como las actuales. Y es que Macron ya ha dicho que Francia no tiene dinero, que nos olvidemos por ahora de la conexión europea, que el TGV no llegará a la muga española hasta 2042. Para llorar.