Andrés Montero Gómez-El Correo

  • La entrevista con Évole es la segunda parte del comunicado de 2018 en un contexto político de irresistible ascenso de Bildu

Es una temeridad simplificar el documental-entrevista de Jordi Évole con ‘Josu Ternera’ únicamente en la bipolaridad entre el blanqueamiento de ETA, y por tanto la ofensa a las víctimas, y el éxito periodístico, o sea, el derecho a ganar una exclusiva en la oportunidad de informar, publicar y dar a conocer. Hay muchos más planos involucrados.

Por comenzar expresándolo suave, la cruda realidad no es que ETA y Évole se hayan utilizado mutuamente para el documental, sino que, digamos, ambos han considerado útil para sus respectivos intereses llevar adelante una entrevista que, en su propia concepción, ya tenía todos los visos de cosechar un significativo impacto público. Lo de Évole por el evidente logro profesional que implica entrevistar a un personaje tan esquivo como ‘Ternera’. Lo de ETA, porque transmite un mensaje asegurándose una magnífica audiencia pública, que ya no tiene desde que se retiró de aterrorizar y asesinar a personas.

¿Cómo no felicitarnos por el palmarés de Évole ni horrorizarnos por el altavoz ofrecido a ETA? Ocurre que, igual que los dos protagonistas miran por sus intereses, el resto de los actores involucrados tienen, al menos, la misma legitimidad para reclamar los suyos. Quienes han sido directamente ultrajados en sus vidas por la violencia de ETA sentirán la intensa punzada del dolor de la revictimización, el despertar de las huellas indelebles del trauma en su existencia, la indefensión de saber que los violentos continúan, de otros modos, ahí, que no han desaparecido, que no fueron vencidos tal como los obligados a protegerlos les aseguraron que habían sido.

En cualquier caso, ¿por qué ‘Josu Ternera’ y por qué ahora? El ahora no es casualidad, por el momento que está viviendo Batasuna, léase Sortu, léase Bildu, con probabilidades más que casuales de llegar a la Lehendakaritza en algún futuro, tal vez con apoyo del PSE, y por supuesto el resto del tejido gubernamental vasco. Y de empujar hacia un nuevo marco de relación con el Estado, haciendo pinza con Cataluña. Tiene sentido. ¿Y qué ocurre con ‘Josu Ternera’?

Lo primero que llama la atención de ‘Josu Ternera’ en su entrevista con Jordi Évole es que el jefe de ETA habla castellano, español. Es el mismo idioma en el que leyó, ‘Josu Ternera’, el acta de disolución de ETA en 2018. En ambos escenarios, ‘Ternera’ se está dirigiendo al mismo público, a su enemigo, a España.

Si algo deja claro ‘Ternera’ es que continúa sirviendo a ETA, continúa siendo ETA. Después de casi tres cuartos de siglo de historia de violencia, ETA no quiere dejar pasar la oportunidad de recordarnos que sigue con nosotros. Como terminaría afirmando en su alocución de 2018, «ETA se ha disuelto en el pueblo vasco». No obstante, disolverse no es desaparecer, ni mutar de naturaleza, sino separar a sus miembros, postulados y motivaciones embebiéndolos en el conjunto del pueblo. ETA no se desvanece, sino que se disuelve, se desune para integrarse en un conjunto mayor, el «pueblo».

«Preciso que ETA ha desaparecido», matizará ‘Ternera’ a Évole. Por supuesto, se refería al nombre, no al apellido; al instrumento de la violencia, no a la causa de la «revolución socialista vasca de liberación nacional». Ahora le dice al enemigo que «la violencia armada para mí y para ETA nunca ha sido un objetivo en sí», que llega otra fase, la de preparar el camino una vez que ETA ha puesto «las piedras que nos lleven a la resolución del conflicto, a ir hacia delante, pasar página, por medio de la negociación política».

En suma, la entrevista es la segunda parte del comunicado de 2018 en un contexto político de irresistible ascenso de Bildu. Aunque dijo que no iba a interpelar, ETA habla. Lo hace para constatar, recordar, que, en efecto, ya no está a la vanguardia del movimiento de liberación nacional vasco, pero continúa en la retaguardia, disuelta en el pueblo, en ese «pueblo» que es la militancia del MLNV. ‘Ternera’ es la voz de esa retaguardia, de quienes están detrás de los que van delante recolectando en el terreno abonado.

Insiste ‘Ternera’, de distintas maneras, ante Évole. «Hemos dejado la violencia», pero ETA es mucho más que la violencia. Del análisis político de ETA se desprendían los asesinatos, la conclusión de que había que matar para «forzar al Estado a sentarse en una mesa de negociación». Es la mesa de negociación, y no matar, el camino que conduce a la significación fundacional de ETA. Calculen:¿ETA fue derrotada o no? ‘Ternera’ ha salido de su zulo para insinuarnos que no, que está latente entre nosotros; que ETA fue derrotada, pero no vencida; que la fase de matar ya no le es necesaria. A ‘Yoyes’ la mataron porque era «necesario». «ETA pensó que era necesario cortar esa especie de cáncer que podía venir por ahí… no considero que sean tácticas fascistas, sino consecuencia de un análisis político», aclara ‘Ternera’ ante Évole.

Andrés Montero Gómez ha sido presidente de la Sociedad Española de Psicología de la Violencia