- Son responsabilidad del sanchismo la derogación de la sedición, el acomodo de la malversación, los indultos y la amnistía. La justificación de esta es lo peor: la insultante teoría de que la convivencia se recupera legitimando el golpe y culpando al Estado
Los costes del golpe de 2017 se pagaron, se pagan y se seguirán pagando durante mucho tiempo. La huida de millares de empresas se suele citar en primer lugar; no parece que amenazar a las que no vuelvan, como quieren los separatistas, vaya a resultar eficaz. De hecho, la desinversión catalana se está contagiando a España. Se llama inseguridad jurídica. También se ha analizado por extenso el deterioro del sistema del 78, sin entender que esta obsolescencia obedece al vaciado ético que unas élites cobardes y lerdas le han consentido a Sánchez. El golpe en sí fue neutralizado en su día por el Rey, investigado por la Policía a pedir de boca, y juzgado mal que bien. Son responsabilidad del sanchismo la derogación de la sedición, el acomodo de la malversación, los indultos y la amnistía. La justificación de esta es lo peor: la insultante teoría de que la convivencia se recupera legitimando el golpe y culpando al Estado. Lleva el sello PSC y Serrat lo suscribe, claro. No sé cómo se puede valer tanto y valer tan poco.
El coste más oneroso de todos fue la quiebra de los afectos. No esa trampa moña de la desafección que esgrimían cual martillo con lazo rosa Artur Mas y Juliana, sino la muerte de afectos personales que realmente existieron entre familiares, parientes, amigos, compañeros, colegas, socios de clubs, de colegios profesionales, grupos de WhatsApp. La quiebra de afectos fue amarga para los que no callamos, y supongo que más aún para los que sí: contención, herida interna, silencio y a seguir sonriendo. Los supremacistas catalanes, básicamente de Junts, gustan de llamar ‘ñordos’ a los españoles. En especial a los catalanes no posesos. La primera vez que en TV3 se usó con normalidad el término ‘ñordo’, contraponiéndolo al de «catalán», los aludidos presentes (técnicos de sonido, cámaras, no sé, peluqueras) bien pudieron haber incendiado el plató. Es lo que sucedería, con el aplauso de todos, si una presentadora de TVE se refiriera a los catalanes, con absoluta naturalidad, como «cagarros»: «Los españoles votaron a favor de la Constitución, dándose los porcentajes más altos de síes entre los cagarros». RTVE ardería, y yo lo entendería. La principal deficiencia catalana es pues que TV3 se mantenga en pie. Ni el 155 la tocó.
En plena Europa hay una región cuyos medios públicos insultan gravemente desde hace años a la mitad de la población. Pero claro, las manos se las llevan todos a la cabecita por el triunfo de ‘lajtremaderecha’ francesa. Ocurre tanto en los medios importantes como en esos que nadie lee y, sin embargo, quitan el sueño a Sánchez. Ayer leí que Feijóo quiere desmarcarse de los extremos y crecer por el centro, y que eso significa pactar con los nacionalistas. Ergo el carné de centrista lo expiden Bildu, Junts, ERC y PNV. Te llaman ‘ñordo’ y te acercan al centro. Por eso buscar el centro hoy en España es una inmoralidad y una idiotez.