Tema arreglado

EL CORREO 29/11/14
PELLO SALABURU

· Rajoy está diluyendo su partido, cerrando los ojos ante tanto canalla, y practicando el no en la política. Lo ha hecho con los catalanes y lo acabará pagando

Ya está arreglado el tema; a otra cosa, mariposa. Pásmense ustedes, vivimos en un país en el que en algunas casas se han producido hechos de carácter ciertamente milagroso, aunque a los directamente implicados esto nunca les ha llamado la atención. Sólo a los vecinos, a esos sí. Así, ha habido casas en las que de repente aparecía alguien con una cesta llena de lingotes de oro que iba poniendo junto a cada tenedor, y los comensales seguían mirando a la televisión sin hacer ningún comentario. «Será chocolate», pensaban. Otro día aparecía de nuevo alguien y mostraba con orgullo a su familia el portaviones último modelo que había atracado en el pantalán del puerto. Lo mismo: a todos les parecía un regalo de lo más normal, qué menos. Al fin y al cabo, una chalupa de nada. No faltaba tampoco quien decidía pasar un par de meses viajando por el mundo en hoteles de cinco estrellas, y ni por esas, vulgares fondas mal atendidas. Nadie se daba cuenta en la familia de que su ser más querido estaba robando como un bellaco y tenía los bolsillos destrozados con tantos fajos de billetes. No se enteraban. Es que, la verdad, llegados a este punto, uno se da cuenta de que es difícil enterarse de algunas cosas. Lo extraño es que esa gente que no se entera de nada sean consejeros, infantas, ministros, presidentes autonómicos, banqueros, presidentes de patronales, dirigentes sindicales, alcaldes y demás. ¿Pero en manos de quién hemos puesto el país?

De modo que el presidente Rajoy ha dicho basta y ha propuesto la adopción inmediata de medidas serias después de echar del Gobierno a la ministra de Sanidad, ya saben, la que celebraba los cumpleaños de sus niños con dinero robado y la que confundía los síntomas de una enferma de ébola con los de un joven a quien han amputado un brazo. Hay que adoptar, por tanto, nuevas medidas: en el futuro aquí no roba ni dios. Así que el jueves, en el Parlamento, el presidente se vio obligado a recordar otra vez a los ciudadanos algo que se nos olvida, por lo visto, con demasiada facilidad: «España no está corrompida, tiene algunos corruptos». Anda, pues ahora que lo dice… Los tiene, en efecto, para qué nos vamos a engañar. Y esos corruptos están en su partido, en el vecino PSOE, en IU, en CiU y en unos cuantos más. Ahí están, si no todos, sí, desde luego, los más importantes. Y a muchos de ellos los tiene en nómina, además. Es verdad que de momento solo están imputados, o a las orillas de la imputación. Pero ahí siguen por decenas, quizás por centenares. Otros se han marchado cuando ya el agua sobrante los iba a tragar. La última, nuestra querida ministra de Sanidad, esa que piensa que «los niños andaluces son casi analfabetos», la que «adopta medidas ya adoptadas», la que quería «financiar la reproducción asistida solo cuando hubiera diagnóstico de esterilidad», la que no cree que «la falta de varón sea problema médico» y la que ha defendido, sin inmutarse, las prestaciones «teroperapéuticas». Así nos va. Menos mal que ahora podrá disfrutar del mejor momento de la mañana, cuando pueda ver de nuevo «cómo visten a sus hijas». Qué felicidad más enternecedora.

Pero el presidente va a cosas más serias: vamos a arreglar esto de una vez. Rajoy leerá el periódico, no sé si es mucho suponer, y verá allá listas y nombres de personas que aparecen una y otra vez en informes de la policía y en autos judiciales. Y luego supongo que mirará en el armario y verá que los tiene en sus ficheros del partido. Pero no los echa. Rajoy es otro que no se entera. Que no se entera de que existen ya suficientes medidas sin tener que improvisar otras, que lo único que hacen es entorpecer y burocratizar aún más el trabajo de quienes cumplimos con el fisco, mientras que los corruptos siguen campando por sus respetos. Basta y sobra con aplicar las ya existentes. Que no se entera de que el horno no está para bollos y de que cualquier imputado o con sombra de imputación debe ser puesto en la calle de inmediato. Esto será injusto a veces (algunos imputados pueden quedar absueltos), pero la situación es de emergencia absoluta, y no estamos en estos momentos para distingos de tanta finura. Es patético oírle decir que Ana Mato no está imputada (¿y?) que ha pedido perdón (pues no señor, no perdonamos) y que va a hacer lo mismo que dijo que iba a hacer hace 20 meses. En medio está la práctica: ha soltado de la cárcel a su amigo Jaume Matas (no elijo los apellidos, ya me excusarán), ha impedido que el ciudadano tenga información clara y suficiente sobre la actividad de los parlamentarios, han aparecido otros muchos casos de corrupción, y seguimos igual que siempre, un poco más escandalizados, si cabe, y esperando nuevas sorpresas. Rajoy está diluyendo su propio partido, cerrando los ojos ante tanto canalla tramposo, y practicando el no en la política. Lo ha hecho con los catalanes, de forma terca, y eso lo acabará pagando. Lo hace, muy bien acompañado de ese PSOE sin ideas convertido al federalismo, hasta en los asuntos más nimios: no cambia ni siquiera con el tema de Treviño, esa región llena de pozos de petróleo y de intereses financieros. No sé dónde viven unos y otros, la verdad. Sigan, sigan ustedes defendiendo y manteniendo a sus corruptos particulares. Sigan lanzándose diatribas entre sí, como si fuesen grandes ideas –y no majaderías, que es lo que son– pensando que así se van a solucionar nuestros problemas. Asistirán a algo insólito en política: que la gente esté dispuesta a prestar su voto a fantasmas, a una formación sin definición y sin programa. ¿Sabe alguien lo que se propone hacer Podemos en Navarra? ¿Conoce alguien a sus líderes allí? ¿Sabe dónde se les puede localizar por teléfono? ¿Sabe quién va a integrar las listas? Pues bien: si hacemos caso de las encuestas, esos fantasmas van a ser los más votados. Fíjese, señor Rajoy, cuán hartísima está la gente. Y usted sin enterarse. Como los de los cumpleaños.