Tensiones internas

EL MUNDO – 17/02/16 – VICTORIA PREGO

· El PP se debate ahora mismo entre dos aguas sin que sea posible por el momento determinar en cuál de ellas va a acabar nadando. Por un lado, la dirección nacional del partido está paralizada porque Mariano Rajoy no ha perdido todavía la esperanza de que el socialista Pedro Sánchez fracase en su intento de ganar los suficientes apoyos para ser investido presidente.

 En ese caso, piensa Rajoy, él tendría de nuevo la oportunidad de intentarlo en ese plazo de dos meses que empezará a correr desde el 2 de marzo, cuando se celebre la primera sesión del primer debate de investidura. Mientras esa esperanza siga viva, no se va a mover una hoja en el interior de un partido que está sumido en la desolación por los casos de corrupción que le están estallando en la cara uno tras otro en un momento político especialmente delicado.

Pero la militancia espera inquieta a que se despeje el panorama incierto de la formación del Gobierno de España y, aunque muchos piensan que es posible que el líder socialista consiga por fin acceder al Gobierno y Rajoy pierda la oportunidad de intentarlo, hay otros tantos, quizá más, que están convencidos de que el país se encamina hacia unas nuevas elecciones generales.

Y, en ese caso, saben que el PP no puede de ninguna manera presentarse con estos cuadros y estos líderes a unos nuevos comicios porque eso sería garantía segura de una pérdida de votos y escaños que dejaría al partido en una situación de debilidad mayor que la que ya padece desde el 20-D. Eso es lo que se piensa en Valencia y en Madrid, dos comunidades azotadas por una crisis monumental y cuyas cabezas visibles acaban de hacer una apuesta que sin duda llena de inquietud a la dirección nacional.

La valenciana Isabel Bonig clama por la celebración de un congreso extraordinario cuanto antes para estar en condiciones de presentarse a las posibles elecciones con algo que ofrecer a sus votantes más allá de una ristra de imputados, expulsados o atrincherados en sus casas, que es lo que tiene ahora mismo entre las manos. Y pide, como pidió Aznar en su día, un congreso abierto. Es decir, un militante, un voto. Esa es en realidad su única salida para intentar detener la hemorragia de diputados que en estos momentos se le ofrece como seguro resultado electoral.

Y lo mismo ha dicho Cristina Cifuentes, presidenta de la gestora de Madrid, la otra comunidad arrasada por las investigaciones judiciales sobre las tramas de corrupción que han reinado en la comunidad al amparo del poder ejercido por el partido durante años.

Sin unos resultados aceptables en esas dos comunidades, el PP no tiene nada que hacer electoralmente hablando. Y si Sánchez fracasa y fracasa Rajoy en su intento de investidura, disponen de muy poco tiempo, hasta el 26 de junio, en que se celebrarían los nuevos comicios, para intentar recomponer la oferta de un partido que lleva en la cara la marca de la corrupción como quien lleva la marca de El Zorro. Esa es la tensión añadida a la que se enfrenta ahora mismo un Partido Popular que en su cúpula padece la parálisis de quien todavía está a la espera.

EL MUNDO – 17/02/16 – VICTORIA PREGO