EL CORREO 14/01/14
FLORENCIO DOMÍNGUEZ
El PNV ha realizado no pocas operaciones políticas terminadas con éxito, pero la convocatoria este fin de semana de una manifestación conjunta con la izquierda abertzale no parecer ser una de ellas. La izquierda abertzale vampirizó la marcha y la impregnó de su iconografía, con sus lemas y sus reclamaciones, convirtiendo a los dirigentes del PNV en invitados pasivos a su propia convocatoria. A fin de cuentas, quien movilizó a la gran mayoría de manifestantes, en una cifra muy parecida a la del año pasado, fue la propia izquierda abertzale.
En el actual momento político y en lo que concierne al final del terrorismo, el PNV puede estar tentado de situarse en la equidistancia, ubicarse en un punto intermedio entre el Gobierno y ETA y presentar a ambos como polos de posturas inmovilistas. No sería una posición nueva, porque el PNV ha jugado demasiadas veces a situarse en ese espacio, «como Cristo entre dos ladrones», según la metáfora utilizada en su día por Xabier Arzalluz.
La otra tentación que puede tener el PNV es la de acercar posturas con la izquierda abertzale para sacar adelante su plan de Paz y Convivencia y la ponencia parlamentaria de paz, visto que en estos terrenos no ha sido capaz de alcanzar un acercamiento ni con el el PSE ni mucho menos con el PP o UPyD. El desacuerdo con estas tres formaciones amenaza con bloquear tanto el plan como la ponencia en la que, curiosamente, parece haber más acercamiento con EH Bildu. A la izquierda abertzale no le suena mal el afán de incluir a todas las víctimas de todas las violencias porque contribuye a diluir las responsabilidades de ETA en un mar de vulneraciones generalizadas de derechos humanos.
Este acercamiento a la izquierda abertzale, además, podría proporcionarle al nacionalismo institucional el papel que anda buscando en un eventual desarme de ETA. Desde el nacionalismo se acusa al Gobierno central de dificultar el desarme de la banda terrorista por no aceptar ir a reunirse con ella, como si ETA estuviera dispuesta a entregar sus arsenales y no pudiera hacerlo porque Rajoy no quiere ir a recogerlos. Se omite que, hasta este momento, el desarme ha estado condicionado a una negociación con ETA sobre la excarcelación de sus presos e, incluso, la retirada policial del País Vasco, que todo, armas, presos y FSE, estaban en el mismo paquete. Si ETA cambia de postura y asume el desarme unilateral, será porque ha fracasado al no conseguir que fuera el resultado de una negociación bilateral con el Estado.