«ETA pervive por el aliento político del resto del nacionalismo. El radicalismo de Ibarretxe desde el Gobierno les obliga a seguir», asegura Eduardo Uriarte en esta entrevista que gira en torno al libro de memorias que acaba de publicar.
Teo Uriarte (Sevilla, 1945) ha pasado por todas las trincheras: desde ETA hasta la Fundación por la Libertad; desde EE, hasta el PSE. Pero aún reivindica la profesión de «guía comanche» que durante años compartió con su amigo del alma, Mario Onaindia. Hoy presenta sus memorias Mirando atrás (Ediciones B).
Pregunta: Recuerda en su memorias que el Pacto de Lizarra fue la pista de despegue del PNV hacia los postulados de ETA, en vez de la pista de aterrizaje de ese mundo.
Respuesta: Se fueron con los más golfos del barrio porque creían que una derrota traumática de ETA, tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, podía suponer el inicio de la derrota de todo el nacionalismo. Los cuadros del partido empiezan a temer el derrumbe, entonces se alían con ETA y asumen su voluntarismo: todo es posible si estamos juntos. Y rompen con el Estatuto y con Ajuria Enea.
P. ¿Dónde queda ahora el PNV de Imaz, cuando Ibarretxe ha vuelto a desempolvar su plan?
R. No tengo demasiadas esperanzas en una revisión en los planteamientos recientes del PNV. Hacerlo supondría una ruptura interna muy traumática, como la escisión. Y por eso no pasa el PNV.
P. El 23-F le dio cobijo una mujer que con el paso de los años le ha retirado la palabra. Es una muestra de la sima social vasca.
R. Sí. Era una amistad de la madre de Xabier Markiegi. Me trató muy bien. Pero la condena, cada día más explícita del terrorismo por EE, unido a sus críticas a HB y al PNV, le hicieron retirarme el saludo. Me convertí en el traidor. En una comunidad nacionalista, si te sales del redil, se te manda al ostracismo.
P. Cuenta que Olaberri, antiguo dirigente de EE, le explicó a Pujol que la estrategia a seguir con ETA era la del palo y la zanahoria. ¿Zapatero intenta algo similar?
R. El problema es que la zanahoria ya está muy gastada. Y Zapatero está pensando en ese tipo de zanahoria ya ensayada con la reinserciones, etc. Pero eso no le vale ya a ETA. Todos los presidente quieren pasar a la historia con este asunto. La tentación es grande, y está el síntoma de la debilidad de ETA.
P. ¿Es verdad que Arzalluz intentó convencer a los polimilis para que siguieran en la brecha?
R. Lo que los polimilis a los que yo intentaban atraer a la política me dijeron es que ellos habían asumido que no tenía sentido seguir matando, pero llegó Arzalluz, con un tono jesuítico y dijo: «Vosotros veréis lo que hacéis, el Estatuto no está conseguido y hay muchas cosas pendientes». Dicho por el representante del partido que monopolizaba el poder, pues nos quitaba credibilidad. Logró que del 50% que no dejó el hierro saliera la nueva ejecutiva de ETA. Fue una maniobra de saboteo irresponsable.
P. ¿Por que se metió en ETA un hombre de La Macarena?
R. Mi padre era una persona muy politizada. Luego, la búsqueda de aventura; había que hacer cosas importantes… Entonces buscas un lugar para dar sentido a tu existencia. Y un amigo de toda la vida, en plan reto, me dijo que él estaba en ETA. Entonces nadie sabía qué era ETA.
P. ¿Lo descubrieron al decidir el asesinato de Manzanas?
R. Habían matado a Etxebarrieta y el que dirigía el Comité Ejecutivo dice que esto es muy serio y pregunta: ¿nos lanzamos a acciones que impliquen muertos? Y nadie dice que sí, simplemente nadie dice que no [silencio]. No dijimos no porque hubiera sido una traición al amigo muerto.
P. Apunta en las memorias que ETA fue una construcción de la prensa del movimiento.
R. Aquellas historias periodísticas olían a patraña. Llegaron incluso a decir que estábamos entrenados por un oficial de las SS. Pero otras eran ciertas. La prensa nos incitaba y nos difamaba, elevándonos en un pedestal.
P. ¿Por qué pervive ETA?
R. Lo fundamental es el aliento político del resto del nacionalismo. El radicalismo de Ibarretxe desde el Gobierno obliga a ETA a pervivir. Si yo fuera etarra y me viene Ibarretxe con su plan radical, no podría dejar las armas. Sin una salida política muy importante, eres un traidor. Me temo que Zapatero se ha metido en un problema. La manera de entrar a hablar con los terroristas debe ser como la de un sargento de compañía. Si dices que hay condiciones para el diálogo, y encima lo apruebas en el Congreso, no te barre en la compañía ni el más tonto. Es arriesgado lo de Zapatero. Ojalá me confunda, pero las condiciones políticas son malas para negociar.
P. En el libro hay poca autocrítica por la unidad de acción Mayor Oreja-Redondo del 2001.
R. Ninguna, ninguna, ja, ja.
EL PAÍS/PAÍS VASCO, 6/7/2005