ABC-JON JUARISTI

O de cuando cierta derecha se lo pone fácil al separatismo

EL mes pasado, en Vitoria, Teo Uriarte me expresó su preocupación ante la cercanía del cincuentenario, este año próximo, del Proceso de Burgos. Es decir, del Consejo de Guerra celebrado en Burgos, en diciembre de 1970, en el que Teo y otros cinco miembros de la dirección de ETA fueron condenados a la pena capital por el asesinato, dos años antes, del comisario de la Brigada Político-Social de Irún, Melitón Manzanas. El Gobierno conmutó las condenas a muerte por otras a cadena perpetua. Es muy posible que la mayoría de los españoles no sepa de qué estoy hablando. Y sin embargo fue un acontecimiento que tuvo al país en vilo y levantó protestas contra el régimen por toda Europa.

Es posible también que, gracias a ello, a la desmemoria colectiva, la efemérides no tenga el efecto negativo que Teo teme: su manipulación por el nacionalismo vasco y, en particular, por Bildu, para justificar de algún modo la continuidad del terrorismo de ETA durante la democracia. Pero acaso a finales del próximo año el antagonismo entre frentepopulistas y constitucionalistas haya llegado a tal extremo que aquellos no duden en incorporar la versión abertzale del Proceso de Burgos al acervo rencoroso de la Memoria Histórica.

Eduardo Uriarte Romero, «Teo» Uriarte, que estudiaba Ciencias Económicas en la Facultad de Sarriko cuando fue detenido en 1969, había nacido en Sevilla veinticuatro años antes. Permaneció en la cárcel hasta 1977, cuando el Gobierno de AdolfoSuárez, que se negaba a amnistiar a los seis condenados a muerte en Burgos, aceptó «extrañarlos»: es decir, desterrarlos a diferentes países de la UE que se ofrecieron a acogerlos. Los seis regresaron inmediatamente a España, y poco después se les aplicó la Ley de Amnistía del 15 de octubre de ese año, como al conjunto de los presos políticos.

Cabe recordar que dicha ley amnistiaba también a todos los funcionarios de la Policía franquista que hubieran cometido atropellos, abusos, torturas e incluso homicidios contra los opositores políticos al régimen. Se trataba de una norma que buscaba sentar las condiciones mínimas para una reconciliación nacional, necesaria para la reforma democrática. Es cierto que parte de los etarras amnistiados volvieron a las andadas. No fue el caso de Teo Uriarte, que militaría en Euskadiko Ezkerra y, desde 1990, en el PSE (partido en el que ingresó antes de la convergencia de este con Euskadiko Ezkerra), por el que fue concejal y teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Bilbao. Desde los años ochenta ha colaborado en prensa con artículos muy críticos con el nacionalismo vasco y abiertamente combativos contra ETA. Pertenece a la Fundación por la Libertad, de la que es gerente, y sigue siendo hoy, junto a otros antiguos miembros de la ETA de los orígenes, como Mikel Azurmendi, Javier Elorrieta e Iñaki Viar, uno de los más firmes defensores de la democracia española en el exterior, refutando incansablemente la propaganda secesionista en foros internacionales.

Por eso y por muchos otros motivos, no puedo callarme ante los insultos y las calumnias que se han vertido contra Teo Uriarte (me repugna simplemente enunciarlas) en un artículo publicado el 30 del pasado mes en «La Razón», y que, más que la razón, delata la sinrazón y la estúpida tendencia al suicidio político de cierta derecha que se pretende democrática, pero con la que no se puede ir ni a por duros. El autor del artículo ha hecho un estupendo favor a Bildu, calificando a Teo Uriarte de «asesino terrorista de ETA». ¡Pues anda que no están necesitados los Otegui, Matute y compañía de este tipo de apoyos ante la inminencia del cincuentenario del Proceso de Burgos!