En la madrugada del sábado pasado, 7 de octubre, miles de cohetes lanzados desde Gaza por Hamas, alcanzaban poblaciones de Israel, incluidas Tel–Aviv y Jerusalén. Y las alarmas antiaéreas siguen sonando al cabo de los días. Simultáneamente, más de 1.000 terroristas de Hamas se infiltraban en Israel en una orgía de destrucción y muerte de todo lo que encontraban a su paso, en poblaciones, en kibutz, en comunidades agrícolas, en viviendas, en un concierto de música -con más de 250 asesinatos-, en todas partes.
Ahora, con un balance aterrador, se cuentan por más de 1.000 las víctimas israelíes de esa bárbara matanza de bebés, de niños, de mujeres –también violadas–, de hombres, de ancianos. Su delito, ser judíos. Y alrededor de otros 150 israelíes y ciudadanos de diversos países, incluyendo de España, fueron secuestrados y llevados por los terroristas a la franja de Gaza para servirles como rehenes y escudos humanos. Sí, no se asesinaba a judíos en ese volumen, en un solo día, desde el Holocausto nazi. Y ahora Hamas amenaza con asesinar públicamente a un rehén por cada ataque de Israel que se produzca.
La población israelí está en shock ante un atentado terrorista masivo que es inédito desde la creación del estado de Israel hace 75 años. Y sucede en el 50 aniversario de la guerra del Yom Kipur en 1973, iniciada también con el ataque por sorpresa de los ejércitos de Egipto y de Siria sobre Israel.
La destrucción de Israel es su máxima reivindicación, mediante el terrorismo, y como organización terrorista es calificada justamente Hamas tanto por Estados Unidos como por la Unión Europea
El ataque terrorista de Hamas ha sido calificado como el 11-S de Israel, recordando al atentado contra las torres gemelas de Nueva York en 2001. Así es. El movimiento terrorista Hamas, islamista, domina despóticamente la franja de Gaza desde su abandono unilateral por Israel en 2005. En 2007 Hamas expulsó de ese territorio a la Autoridad Nacional Palestina y sus miembros del partido Al Fatah, en una breve guerra civil. Esa autoridad nacional palestina que gobierna Cisjordania rodeada de un pestilente olor a corrupción.
Así hasta hoy, desarrollando Hamas una dictadura fundamentalista que cuenta con el apoyo de Irán, cuyo régimen teocrático ahorca homosexuales, persigue hasta la muerte a las mujeres por negarse al velo, y mantiene en prisión a la última premio Nobel de la paz. La destrucción de Israel es su máxima reivindicación, mediante el terrorismo, y como organización terrorista es calificada justamente Hamas tanto por Estados Unidos como por la Unión Europea.
En adelante se abre un tiempo tormentoso para toda la región. La implicación de Irán, empeñado en alcanzar la bomba atómica, y su voluntad de destruir el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Arabia Saudí e Israel, son aspectos que el tiempo nos dirá cómo se encaran. También la presencia de la fuerza militar terrorista de Hizbollah –otro brazo terrorista de Irán– en el sur del Líbano, vecino de Israel, y su eventual intervención en este escenario sangriento cuya responsabilidad incumbe exclusivamente a Hamas y sus promotores como Irán.
Es claro el derecho, y también el deber, de defenderse por parte de Israel. Y en ese deber está sin duda la erradicación de Hamas. Que nunca pueda volver a practicarse un ataque terrorista contra Israel. Y que todos, en este multipolar y desordenado mundo, entendamos que Israel, única democracia en Medio Oriente, es la última frontera de nuestras democracias occidentales. Que sin Israel somos todos los que caemos.
La reacción de Occidente ha sido de apoyo inequívoco a Israel al tiempo que denuncia el terrorismo de Hamas. Imágenes emocionantes condensan esa solidaridad con Israel: la iluminación, con la bandera de Israel, de la Puerta de Brandeburgo en Berlín, de la torre Eiffel en París; y, en España, del Ayuntamiento de Madrid y la Casa de Correos en la Puerta del Sol. Hemos asistido también a concentraciones en las capitales de Europa mostrando esa solidaridad.
Deberíamos saber, y ser informados, si nuestra ausencia en ese comunicado obedece a que esos países ni siquiera contaron con España, o si el motivo de la ausencia es el desacuerdo con ese texto
Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia han suscrito un comunicado conjunto inequívoco, expresando su firme y unánime apoyo a Israel, al tiempo que condenan el terrorismo de Hamas, y amparan el derecho de Israel a defender a su pueblo de las atrocidades terroristas. Pero falta España en la firma de ese comunicado, ausencia que se hace aún más grave porque nuestro país ostenta ahora la presidencia rotatoria semestral de la Unión Europea. Y deberíamos saber, y ser informados, si nuestra ausencia en ese comunicado obedece a que esos países ni siquiera contaron con España, o si el motivo de la ausencia es el desacuerdo con ese texto. Ambas hipótesis resultan inquietantes.
En los últimos días portavoces del PSOE y del Gobierno han calificado de terrorista las acciones de Hamas, enmendando así las primeras y torpes declaraciones del presidente Sr. Sánchez en un mitin el sábado por la mañana en Granada, donde, de modo pusilánime, fue incapaz de condenar el ataque terrorista de Hamas que ya desde esa madrugada se venía produciendo, limitándose a exigir “convivencia y reconciliación entre los pueblos de la región”. Un a modo de carta a los Reyes Magos que elude hacer lo que importaba: la condena inmediata de los hechos terroristas que se estaban produciendo y que a esas horas del sábado eran sobradamente conocidos; que evita también el apoyo a la víctima –Israel– de esas atrocidades. Esa condena al terrorismo, y ese apoyo a Israel era misión obligada en aquel mitin; es lo que no se produjo.
Y lo inadmisible es la otra parte de su Gobierno, formado por ministros ayer de Podemos y hoy de Sumar. Esa parte del Gobierno que, con su vicepresidenta Yolanda Díaz al frente, no sólo es incapaz de condenar la barbarie terrorista de Hamas, sino que, con perversidad, intenta volcar la culpa sobre Israel. Es el viejo antisemitismo infernal de siempre, hoy revestido de antisionismo, pues lo que no soportan es la existencia misma de Israel.
Es imposible que un Gobierno como el actual de España se haga respetar en el exterior cuando en él conviven dos sectores que practican políticas internacionales incompatibles entre sí. Cuando falla el nervio humano elemental de apoyar a Israel y condenar el terrorismo islámico, es imposible que nos veamos -como nación- con fuerza y ambición en la escena global.
No existe en la Unión Europea ningún país que cuente con un Gobierno, o con un sector del Gobierno, incapaz de condenar el terrorismo de Hamas. Esa penosa extravagancia sólo se da en España
Falla así el Gobierno, y falla sistemáticamente, como se vio y se ve en la guerra de Ucrania, cuando desde el primer día y hasta hoy prosigue la negativa de Sumar -antes Podemos- a condenar al autócrata Putin, y además piden el fin de suministro de armas a ese país agredido por Rusia.
Una coalición de Gobierno incapaz de mantener una postura común y unitaria en política internacional será siempre un Gobierno demediado. No existe en la Unión Europea ningún país que cuente con un Gobierno, o con un sector del Gobierno, incapaz de condenar el terrorismo de Hamas. Esa penosa extravagancia sólo se da en España.
Vemos ahí la existencia de dos izquierdas irreconciliables: la izquierda democrática europeísta frente a una izquierda autoritaria que nace hace más de cien años, en la revolución comunista rusa, y en cuyas fuentes comunistas sigue bebiendo, aunada ahora a los sátrapas de Maduro y bolivarianos de todo pelaje. Son dos izquierdas irreconciliables, y ay del que no lo entienda, pues son incapaces de gobernar juntas si no es al precio de que la izquierda democrática se vaya degradando y cayendo hacia esa otra izquierda autoritaria e insoportable, hasta la simbiosis corrupta de ambas.
Una coalición así, y aliada con los peores nacionalismos de España, está en las antípodas de un Gobierno “de progreso”. Por el contrario, denota una grave ausencia de fuerza moral en cuanto a las libertades y al papel de España en el mundo. Y con aliados parlamentarios igualmente incapaces de condenar el terrorismo y de apoyar a Israel, es nulo el avance que se puede esperar de España en la escena internacional.
El contraste entre lo que hacen todos los demás con nuestras deplorables omisiones, es el tipo de cosas que envilece nuestra democracia
Y entre tanto, nuestra democracia se achica, se hace más pequeña. Es insólito que el presidente del Gobierno no se haya dirigido a la nación desde el sábado, como lo es que el Parlamento no se haya reunido, no haya acordado ninguna declaración sobre lo que sucede en Israel. Hay que tener cuajo para desaparecer en estas circunstancias; para no pronunciarse públicamente sobre las mismas. Es justo el revés de lo que se practica en cualquier democracia occidental, donde todos los primeros ministros o presidentes de la República han aparecido en la televisión dirigiéndose a su nación; donde los Parlamentos se han reunidos para emitir una declaración de condena a la barbarie terrorista de Hamas y de apoyo a Israel. El contraste entre lo que hacen todos los demás con nuestras deplorables omisiones, es el tipo de cosas que envilece nuestra democracia, que nos hace más pequeños y peores, y nos convierte en un país irrelevante en la esfera internacional.