ABC-ISABEL SAN SEBASTIÁN

EL CONTRAPUNTO Tómense ustedes el CIS a beneficio de inventario. Tiene tanta fiabilidad como echar una moneda al aire

CON un cuarenta por ciento de españoles todavía indecisos, cualquier encuesta de intención de voto es un mero brindis al sol. Si tenemos en cuenta, además, que en esta ocasión participan en la carrera cinco formaciones con implantación nacional y que nuestro sistema electoral asigna los últimos escaños de cada circunscripción en base a un complejo recuento de restos basado en muy pocas papeletas, atribuir un número concreto de diputados a los distintos partidos en liza constituye una temeridad, incluso recurriendo al socorrido refugio de escudarse en horquillas amplias. Resumiendo; ni siquiera desde la honesta búsqueda de la realidad demoscópica puede realizarse a día de hoy un diagnóstico fiable de lo que nos depararán las urnas, puesto que todo está en el aire y se decidirá en el último momento. Pero es que el último CIS de Tezanos riza el rizo de la desvergüenza. Insulta nuestra inteligencia. Es tan burdo en la manipulación que, de no haberse financiado con dinero de nuestros bolsillos, provocaría casi más risa que indignación.

En justicia, el presidente del Centro de Investigaciones (tergiversaciones) Sociológicas, asesor de Pedro Sánchez durante su travesía del desierto y arquitecto de la campaña que culminó con su regreso triunfal al timón de mando socialista, debería haber dimitido tras el fracaso estrepitoso de su pronóstico para Andalucía. Su macroencuesta previa a las últimas autonómicas atribuía entre 45 y 47 asientos al PSOE, que obtuvo finalmente 33. Daba entre 20 y 22 al PP, que alcanzó los 26. Regalaba 3 de más a Adelante Andalucía, la marca local de Podemos, que se quedó en 17, y restaba nada menos que 11 o 12 a Vox, a quien auguraba entre 0 y 1. Únicamente acertó el resultado de Ciudadanos, no sabemos si por puro azar o porque no le interesaba trastocar la verdadera expectativa de dicho grupo. Más bien me inclino a pensar lo segundo, porque no resulta verosímil que, disponiendo de los medios con los que cuenta el CIS, un estudio suyo pueda equivocarse de forma tan clamorosa y que el responsable de semejante patinazo se vaya de rositas, sin ni siquiera una reconvención pública por parte de quien lo nombró. ¿O sería que fue colocado allí precisamente con ese propósito y el presunto error no fue tal, sino una zancadilla destinada a confundir y tumbar a la rebelde Susana Díaz, insumisa a la autoridad de Sánchez? Lo seguro es que los datos conocidos este martes tienen tanta credibilidad como los citados y probablemente una intencionalidad semejante. La elaborada «cocina» aplicada a la muestra de 16.000 entrevistas pretende claramente desincentivar el voto al PP y a Ciudadanos, azuzando el miedo a «la derechona» representada por Vox y al «trifachito» que, según la terminología sanchista, resultaría de una alianza que lo desalojaría a él del poder. El PSOE, en cambio, aparece como único referente útil de la izquierda. Tan descarado es el guiso que, cuando se va a la letra pequeña, aparecen perlas como estas: el partido más aborrecido por los electores, pásmense ustedes, no es Bildu, las Cup o ERC, sino Foro Asturias, seguido de UPN. ¿Y el más querido, el que menos rechazo suscita? El PNV. Sí, sí, han leído bien, ni PP, ni PSOE ni siquiera el animalista Pacma; la creación supremacista del racista de Sabino Arana.

Si estamos ante un caso de incompetencia manifiesta, nos sale demasiado caro. Si es la instrumentalización de un organismo público a beneficio de parte, la cosa es mucho más grave. Sea como fuere, tómense ustedes el CIS a beneficio de inventario. Tiene tanta fiabilidad como echar una moneda al aire.