MARÍA ELVIRA ROCA BAREA-El Mundo
La autora lamenta que los hispanos cada vez más numerosos en Estados Unidos no afirmen con orgullo lo que representa el 12 de octubre y que, en cambio, colaboren con entusiasmo a la destrucción de su historia.
Hay en el país 325 millones de habitantes, de los cuales 59 millones son hispanos. Entre los lugares de origen destacan México en primer lugar, seguido por Puerto Rico y Cuba. Los estados en los que se concentran mayor cantidad de población hispana son California, Texas, Florida, Nueva York, Illinois, Arizona, Nueva Jersey, Colorado, Nuevo México y Georgia. En 1950 la población étnica calificada como hispanic no superaba el 1%. Se calcula que en 2050 será del 25%. Un poco más a largo plazo encontramos, según un informe del United States Census Bureau emitido en diciembre de 2012, que la población hispana de niños y jovenes superará al grupo WASP: «In contrast, while 52.7 percent of those younger than 18 were non-Hispanic white in 2012, that number would drop to 32.9 percent by 2060. Hispanics are projected to make up 38.0 percent of this group in 2026, up from 23.9 percent in 2012» [En contraste, mientras que el 52,7% de los menores de 18 años eran blancos no hispanos en 2012, ese número se reducirá al 32,9% en 2060. Se proyecta que los hispanos constituirán el 38% de este grupo en 2026, frente al 23,9% de 2012].
Es evidente que la presencia cada vez más numerosa de los hispanics en Estados Unidos provoca un gran desasosiego al grupo angloprotestante. De este malestar es síntoma muy evidente el libro que en 2004 publicó Samuel P. Huntington titulado Who are we? The challenges to America’s National Identity. Para Huntington el mayor peligro que Estados Unidos afronta es la hispanización. Tampoco hay que olvidar que (quizás, quizás) el Partido Republicano permitió que Trump llegase a candidato porque quienes le disputaron la nominación eran dos hispanos: Ted Cruz y Marco Rubio. Hay por lo tanto grandes inquietudes en el grupo étnico que últimamente se denomina a sí mismo non-Hispanic White.
Si preguntas a un alumno estadounidense de enseñanza media (sea WASP, hispano, chino…) te dirá probablemente que el día de Acción de Gracias es muy importante para Estados Unidos porque celebra la supervivencia de los primeros que llegaron y usará los términos pilgrims o settlers o Massachusetts. No usará la palabra conqueror, que pertenece en el universo mental anglosajón a la historia de España y sólo a la historia de España. Los anglosajones nunca conquistan. Se expanden dulce y suavemente (settlers) por aquellos territorios que ocupan y la desaparición de las poblaciones preexistentes es un accidente del destino. Es lo que nos dice el vocabulario: pilgrims o settlers frente a conquerors. Pero lo cierto es que estos dulces pilgrims o settlers fueron unos conquerors más duros y eficaces que sus equivalentes hispano-católicos.
Nada más llegar, estos dulces pilgrims acabaron con la población nativa. El único indio que sobrevive en Massachusetts está en el escudo del Estado. Muy pronto estos dulces settlers se convirtieron en hábiles cazadores de cabelleras e hicieron de esta actividad un lucrativo negocio. Es más, era una práctica promovida oficialmente por las autoridades. Desafío a cualquiera a encontrar pruebas de que esta práctica monstruosa fue alguna vez no ya promovida sino meramente consentida en los territorios del Imperio español mientras éste existió.
Acorde con la dualidad dulces settlers vs. horrid conquerors, el mundo de la imagen ha venido a lo largo de los siglos a reforzar la superioridad moral del Thanksgiving frente al Columbus Day.
Cuando Mitch O’Farrell y Hilda Solís solicitan la eliminación del Columbus Day en Los Ángeles no lo hacen por ninguna de las razones que alegan para justificar su propuesta, que es, según ellos, compensar las injusticias cometidas con los pueblos indígenas del territorio. Si tal cosa fuera remotamente cierta, buscarían hacer justicia a los indígenas que perecieron víctimas de un genocidio que se cometió hace muy poco tiempo (véase Benjamin Madley, An American Genocide. The United States and the California Indian Catastrophe, 1846-1873) y, por tanto, dejó huellas que están muy cerca de ahora y muy lejos de Colón. Por ejemplo: ¿quiénes eran los dueños de Palo Alto y de otras grandes fincas de California antes de la ocupación por los estadounidenses de esta zona en 1848? Las leyes españolas reconocían a los indios el derecho de propiedad. ¿Y si Palo Alto, la flamante finca con que Stanford dotó a su universidad hubiera sido territorio confiscado a los indígenas por las nuevas autoridades del Estado? Este daño en el caso de Palo Alto y otros grandes latifundios podría repararse todavía. ¿Por qué O’Farrell y Solís se van hasta Cristóbal Colón a buscar culpables y no a los registros de confiscaciones de propiedades en California tras 1848? Uf, qué miedo. Lo que podría encontrarse ahí. Inquietante asunto: who was the owner of Palo Alto? Parece el título de un thriller y es que lo es. Pero posiblemente ni O’Farrell ni Solís tendrían mucho futuro si se atreviean a hacer preguntas tan incómodas y molestaran a los owners de ese estado. Se acuerda uno de la nariz de Jack Nicholson en China Town… Definitivamente es mejor quitar el Columbus Day y cortarle la cabeza a fray Junipero Serra. Es mejor y más rentable. Los owners WASP serán agradecidos a los fabricantes de esta cortina de humo. Ambos saben que lo que han hecho sosiega las inquietudes y refuerza la autoestima del grupo WASP dominante y al mismo tiempo sirve para ofrecer una cabeza de turco que explique tan falsa como confortablemente la desaparición de las poblaciones indígenas en California.
LO PATÉTICOde esto no es que los WASP busquen limpiar su conciencia sino la sumisión con que los hispanos (Solís, por ejemplo) siguen los dictados del grupo dominante y colaboran en el desprestigio de los orígenes de su propia cultura. De ahí la importancia simbólica que todo esto tiene y su potencial destructivo. A los hispanos les han hecho creer que despreciando su origen español pueden alcanzar la redención y no se dan cuenta de que los WASP son fuertes y poderosos porque nunca se han dedicado a la destrucción violenta de una parte de sí mismos. Eso les hubiera debilitado desde el principio, como ha debilitado a los hispanos hasta desarrollar en ellos un sentimiento de pura esquizofrenia con su historia. Por eso los WASP veneran a los que llegaron en el Mayflowers y les rinden homenaje y no permitirán bajo ningún concepto que nadie se atreva a solicitar la supresión de esta fiesta. Estados Unidos se independizó de Inglaterra, sí, pero sigue honrando cada año la llegada de los ingleses que, rodeada del correspondiente aparato mitológico, consideran el origen de su nación. Los hispanos en cambio colaboran con entusiasmo en la destrucción de su historia y de su origen y no saldrán jamás de la miseria de la subordinación cultural hasta que no sepan afirmarse orgullosamente en lo que son: una cultura mestiza que habla español y celebrar con alegría el origen de su mundo, el 12 de octubre de 1492. Como hacen los anglos con su Thanksgiving Day.
María Elvira Roca Barea acaba de publicar Fracasología. España y sus élites: de los afrancesados a nuestros días, obra con la que recientemente ha recibido el Premio Espasa 2019.