IÑAKI EZKERRA-EL CORREO

  • La reina Camila venga a la humillada Wallis Simpson. Final redondo para la serie

Es un hecho curioso. La que ha sido reina de Inglaterra durante setenta años lo ha sido gracias a un impedimento religioso que en su día se consideró insalvable y hoy se considera nulo. Eduardo VIII tuvo que abdicar y ceder el trono a su hermano, Jorge VI, padre de la futura Isabel II, porque Wallis Simpson era una divorciada y la Iglesia anglicana, fusionada de manera teocrática con la Corona británica, permitía el divorcio, pero no a los divorciados volver a casarse. Es así como la muerte de Isabel II trae empaquetada una ironía: el heredero al trono, el ya rey Carlos III, se halla exactamente en la misma situación civil con Camila Parker en la que se hallaba su difunto tío abuelo, Eduardo VIII, con la señora Simpson en 1936.

Tal paradoja se hace posible gracias al Sínodo de la Iglesia anglicana, que, acaudillada por Isabel II, aceptó el matrimonio de los divorciados en noviembre de 2002, sólo tres años antes de la boda real de Carlos y Camila. De todo ello se deduce que la longevidad no es una garantía de coherencia ni para las naciones ni para las instituciones, ni para las personas. Y a veces es mejor que no lo sea. Cuando la fidelidad a unas ideas es pura obstinación y resistencia a aceptar la caducidad o el carácter desviado de éstas, rectificar es, ciertamente, de sabios, si bien sería deseable que dicha sabiduría obrara a tiempo de no crear agravios.

La coherencia y el tiempo, sí. No suelen ser ésos grandes aliados. No lo fueron en el caso del propio Eduardo VIII, que, después de su romántica abdicación por amor, se pasó años flirteando con la Alemania nazi para que le ayudara, una vez invadida Gran Bretaña, a recuperar el trono. La correspondencia con Hitler ocupa uno de los episodios de la serie ‘The Crown’ (el sexto de la segunda temporada) en el que Churchill trata de evitar por todos los medios que salgan a la luz los documentos comprometedores que confirmarían la traición del ‘pretendiente’, pero a la vez los muestra innecesariamente a su Gabinete con el sello de «top secret». Ocurría en agosto de 1953, dos meses después de la coronación de Isabel II. Y es un hecho que a partir de esa fecha el duque de Windsor quedó fuera del juego de tronos.

Lo que había condenado su matrimonio es que el excónyuge de Wallis Simpson seguía vivo, como hoy lo está el excónyuge de Camila Parker, el oficial retirado Andrew Henry Parker Bowles, de quien la ya ahora reina consorte heredó el apellido y con el que tuvo dos hijos que, por cierto, asistieron en abril de 2005 a la boda de su madre con el entonces príncipe de Gales, a su vez divorciado de Lady Di. La reina Camila, en fin, venga a la humillada Wallis. Un final redondo para la serie. ¡Ah! Y sale el arcoíris en Buckingham Palace.