LIBERTAD DIGITAL 18/12/15
SANTIAGO NAVAJAS
The Economist es una revista liberal a fuer de pragmática. En lugar de guiarse por dogmas y consignas, en vez de refugiarse en utopías y torres de marfil, la revista británica defiende un liberalismo basado en la evidencia, teniendo en cuenta las circunstancias y la mutación consustancial a unas ideas que no aspiran a ser fósiles o zombis. Un liberalismo que no se circunscribe a lo económico sino que es, dialécticamente, también político y moral.
En el caso español, desde principios de este año The Economist se ha fijado en la emergencia de Ciudadanos como solución a la emergencia en la que se encontraba la crisis política de España. Porque si bien constataba que las recetas que ha aplicado el Gobierno de Mariano Rajoy van en la buena dirección para resolver la crisis económica, el Partido Popular, instalado en el populismo conservador y el capitalismo de amigotes, era absolutamente incapaz de atacar la crisis institucional relacionada con la corrupción. No sólo Rajoy no es honesto, sino que todo el aparato del partido conservador está metastatizado. Del partido socialista, tres cuartos de lo mismo. Lo peor del intercambio de descalificaciones entre Rajoy y Pedro Sánchez es que ambos tenían razón.
Por ello, uno de los artículos con los que apoya The Economist a Ciudadanos se denomina «Manos limpias» y es ilustrado con una fotografía en la que Albert Rivera e Inés Arrimadas sonríen. A continuación, The Economist nos desea «¡Feliz Navidad, España!». Jóvenes y sin un pasado turbio, más allá de errores tácticos, Ciudadanos representa la ilusión de que alguien en España pueda acabar con las instituciones que favorecen a las élites extractivas y su crónica dependencia del nepotismo y el amiguismo (era genial el titular de El Mundo Today que anunciaba que Felipe González había sido rescatado por los bomberos de una puerta giratoria en la que se había quedado atascado).
Destaca The Economist de Ciudadanos, «un partido liberal en un país donde el liberalismo nunca ha sido fuerte», la eliminación de las diputaciones, la fusión de los pequeños municipios y el contrato único. Así como subrayan la «catalanidad» de Rivera como un factor clave para reconducir el afán secesionista de los catalanistas. Y la necesidad de una coalición con el PP en un Gobierno condicionado a una agenda anticorrupción. Todos ellos factores decisivos para recuperar la economía al mismo tiempo que se acaba con la prostitución política generalizada. A diferencia de Podemos, un partido destructivo, The Economist destaca la asertividad y el talante constructivo del partido liderado por Albert Rivera. Porque contra el populismo de izquierdas y derechas, de Donald Trump al griego Tsiripas pasando por Le Pen o Pablo Iglesias, esos íncubos y súcubos de la política que juegan con el miedo, la ignorancia y el odio de las masas al borde de la crisis, The Economist apoya la agenda sensata y moderada de Ciudadanos, una opción razonablemente liberal en el páramo de un sistema dominado hasta ahora, como dijera Hayek, por «los socialistas de todos los partidos».