«Tiempo nuevo», ¿para quién?

CAYETANO GONZÁLEZ, LIBERTAD DIGITAL 21/08/13

Cayetano González
Cayetano González

· La portavoz del PSE, Idoia Mendía, ha apelado al «tiempo nuevo» que se vive en el País Vasco para criticar la actuación del Delegado del Gobierno en esa Comunidad Autónoma, Carlos Urquijo, que recurrió ante los tribunales de justicia el que una miembro de la izquierda abertzale, Jone Artola, fuera la «txupinera» de las fiestas de Bilbao al considerar que eso suponía una afrenta a las víctimas del terrorismo. La justicia le dio la razón a Urquijo y la tal Artola no lanzó el txupinazo aunque si estuvo presente, gracias a la comprensión sempiterna del PNV con el entorno proetarra, en el balcón central del teatro Arriaga de la capital vizcaína desde el que se dio comienzo a las fiestas.

Según Mendía, el Delegado del Gobierno se tenía que haber abstenido en su responsabilidad por velar por el cumplimiento de la ley de protección a las víctimas del terrorismo que actualmente está en vigor y que contempla el impedir actos que supongan menoscabo a la memoria y a la dignidad de aquellas. Se podría decir eso de que «cree el ladrón que todos son de su condición» y como Mendía debe de tener la sensibilidad hacia las víctimas del terrorismo y el respeto hacia su memoria a la misma altura que sus compañeros de filas, -Jesús Eguiguren, Patxi López o Rodolfo Ares pongo por caso-, es entendible la posición de la portavoz del PSE pero en ningún caso justificable. Menos mal que todavía quedan políticos y responsables públicos como Carlos Urquijo que son coherentes con lo que han defendido y por lo que han luchado siempre a la hora de defender la libertad en el País Vasco.

Lo del «tiempo nuevo» es un mantra que ha calado en una buena parte de la sociedad vasca y en todos aquellos que fuera del País Vasco siempre han defendido que con el terrorismo se acaba negociando y cediendo no combatiéndole con la ley y la policía. La formulación de ese escenario de «tiempo nuevo» es muy simple: ETA ha dejado de matar y eso es lo mas importante. En Euskadi se vive muy bien sin tiros, sin mirar todos los días los bajos del coche, sin escoltas y por tanto, hay que supeditarlo todo al objetivo de lograr que la banda terrorista no vuelva a las andadas.

Si alguien –en nombre de la ley o para preservar la memoria de las víctimas- osa enturbiar mínimamente ese escenario, es tildado de «pirómano» –ese fue el adjetivo utilizado por un dirigente del PNV contra Urquijo- o de «Obispo franquista», como dijo un dirigente de Sortu del Prelado de San Sebastian, José Ignacio Munilla, por manifestar una cosa tan de sentido común como que los foros de la paz que excluyan a las víctimas del terrorismo o que simplemente no sean capaces de recabar su apoyo, carecen de la necesaria autoridad moral.

Sin duda que vivir sin el miedo y la angustia con la que han vivido durante tantos años los cargos públicos del PP o del PSE, los empresarios, los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado de que te pudieran pegar un tiro en la nuca es algo muy importante, pero dando un paso mas, la pregunta que conviene hacerse es ¿a quien favorece de verdad ese «tiempo nuevo»?, ¿quien lo está realmente disfrutando?

La respuesta es muy sencilla: a los de siempre. A los que no solamente nunca han condenado un asesinato de ETA, sino que además gritaban por las calles del País Vasco «ETA mátalos» o los que por acción u omisión han sido cómplices o encubridores de ese clima de coacción moral y física en el que han tenido que vivir en el País Vasco los no nacionalistas. Esos y no otros son los que ahora están disfrutando de ese «tiempo nuevo», que de nuevo no tiene nada, porque no habrá muertes, pero los que por esencia son unos totalitarios no dejan de serlo de la noche a la mañana e impregnan de ese totalitarismo todo lo que tocan.

Lo triste de toda esta situación «nueva» es que la sociedad vasca está abandonada a su suerte. Algunos podrán pensar que se lo han ganado a pulso y quizás tengan razón, pero otros también puedan creer que a este punto se ha llegado porque el Estado, lisa y llanamente, se ha rendido; que el Tribunal Constitucional al propiciar la vuelta de ETA a las Instituciones y al legalizar a su marca política consumó una traición que empezó Zapatero con su mal llamado «proceso de paz» y que Rajoy no ha querido combatir desde que llegó a la Moncloa hace año y medio e incluso desde antes de ganar las elecciones. Esta es la triste realidad a la que hay que añadir otra: la de las 858 personas asesinadas por ETA para las que ya no habrá un «tiempo nuevo», al menos en esta vida.

CAYETANO GONZÁLEZ, LIBERTAD DIGITAL 21/08/13