- Feijóo y Abascal tienen que demostrar sintonía a la hora de trabajar, no más, por lo menos hasta el día siguiente a las elecciones generales
Sí, con condiciones. La primera es que Vox deje de dar miedo al centrismo centrado. Esto supone abandonar la retórica y hacerse mayor, tanto como atajar directamente los puntos sensibles de la izquierda
Las consejerías que va a tener Vox en Castilla y León pueden actuar precisamente sobre el sacrosanto dogma de la izquierda para llamar a alguien “ultra”. Esos principios de fe inquebrantable e inamovibles son tres: la violencia de género, la memoria histórica y la inmigración. El pacto entre PP y Vox aborda estas cuestiones como más escuece al progresismo: en lugar de anular, amplía, eliminando así la discriminación positiva. Esto desactiva la acusación de que los reaccionarios eliminan derechos.
En concreto, el pacto contempla ensanchar la violencia al ámbito intrafamiliar para proteger los derechos de niños con régimen de visitas. Esto no gusta a la izquierda porque quitar el concepto de “violencia de género” no sirve para concienciar. Pero hay que recordar que la salvaguardia efectiva de la vida humana de todos, de su estabilidad emocional y material, es más urgente que la ingeniería de almas. Que mientras esperamos que cale la propaganda, el mal se hace.
Por otro lado tenemos eso tan acientífico y político como es la “memoria histórica”. El pacto contempla ampliar a todos los españoles ese recuerdo, no solo a los caídos por un lado. Esto también molesta a la izquierda porque desbarata su relato de una España de buenos y malos, de ajuste de cuentas moral que se tiene que traducir en legislación, subvenciones y conquistas del espacio público; esto es, en nombres de calles, plazas y edificios.
Si Vox gobierna con ese pacto firmado con el PP de CyL no servirá el cuento del miedo, y dejará al PSOE en evidencia: solo el socialista tiene aliados infames, como Bildu y ERC. Es más; si se dedican a bajar impuestos, gestionar bien lo público y se olvidan de juzgar la vida privada de la gente, serán un buen ejemplo para el resto de autonomías y de lo que pueda pasar tras unas elecciones generales.
El Ejecutivo nacional entre el PSOE y Podemos no funciona. Se odian y es perceptible para cualquiera. Tampoco marchó entre el PP y Ciudadanos en Madrid, Castilla y León, y Murcia
La segunda condición es la relación gubernamental entre el PP y Vox. No hay buenas referencias de los gobiernos de coalición en España. El Ejecutivo nacional entre el PSOE y Podemos no funciona. Se odian y es perceptible para cualquiera. Tampoco marchó entre el PP y Ciudadanos en Madrid, Castilla y León, y Murcia.
En estas tres regiones fracasó la coalición por la actitud de los centristas. En el caso madrileño, porque Aguado quería competir con Ayuso, no colaborar, hasta el punto de tender la mano al PSOE, como ocurrió en las otras dos autonomías. No todo fue culpa suya: Arrimadas es responsable de esta política que ha hecho que Cs se hunda. Juan Marín es más listo, y sabe que su partido será un apoyo de partidos mayores tras el próximo paso por las urnas. Por eso colabora y se deja querer.
Los gobiernos de coalición en España se mantienen cuando se forman contra alguien, ya sea en Cataluña, Baleares o Valencia, aunque forjen una enemistad cordial entre los socios. Algo de esto puede ocurrir entre PP y Vox en CyL y en el resto de España. El antisanchismo es un arma poderosa, y hacer lo contrario de lo que hace el Gobierno y denunciar su negligencia son un buen negocio, como en Madrid. No se trata tanto de contrarrestar, sino de tomar la iniciativa, al igual que hizo Ayuso desde 2020 para mostrar la inutilidad del Ejecutivo socialcomunista.
A favor de la coalición
Esto significa que el PP y Vox tienen que demostrar sintonía a la hora de trabajar, no más, por lo menos hasta el día siguiente a las elecciones generales. Los dirigentes de ambos partidos no deben perder de vista que la mayoría de sus electores quiere una coalición a todos los niveles para echar a la izquierda. Ese será el gran atractivo de los dos: ganar para empezar una etapa nueva sin sobresaltos.
El tiempo corre a favor de esa coalición porque el miedo a la “ultraderecha” se disipará, y el PSOE se quedará como el único partido que se abraza a totalitarios rupturistas del orden constitucional.